Así es. Carla Bruni y yo tenemos algo en común. No es su altura, ni su melenaza larga y lisa con su flequillo cleopatriode. Tampoco su aflautada voz, aunque yo no la he oído.
Me siento identificada con Carla Bruni, porque fuma. Sí, fuma, y no se esconde, y se lleva el tabaco por ahí, y aunque no le quepa en el bolso, ella se lo lleva. Y, de momento, no se plantea dejarlo. Igualita que yo.
¿Que cómo lo sé?
Porque la he visto en el 130 aniversario de Bulgari, gracias a ¡HOLA!
Iba de negro con una chaqueta cuello esmókin (smoking, jajajajajajajajaja) negra, sobre un top del mismo color con escote en pico. Llevaba un collar ideal: la serpiente de Bulgari de oro blanco y diamantes. Y para poner la nota de color, un clutch fucsia ideal también de Bulgari, del que salía el paquete del tabaco. Igualito que me pasa a mí cuando voy a una boda, que lo quiero meter todo en estas carteritas de mano tan monas, en las que no cabe nada, y lo cierras a presión con todas tus fuerzas.
Lo malo fue que Carla Bruni no cerró a presión su clutch; llevaba la cartera pese a todo: no la podía cerrar y metió el paquete de tabaco aunque le costara la misma vida.
Y así iba ella, ideal de la muerte en negro y con el tabaco saliendo de la cartera de mano firmada por Bulgari. Qué horror de estilismo. En la casa de joyas ya podrían haberle dado una pitillera de la firma o una mochilita para que la pobre Bruni guardara el tabaco, el mechero y lo que necesitara.
¿Tú qué harías: dejarías de fumar, buscarías otro bolsito, o te meterías tres o cuatro cigarrillos sueltos para la fiesta?
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