Esta tremenda narración de relaciones maternofiliales te va a tocar el corazón. Un pintor de éxito, con grandes problemas, narra lo que sentía por su madre en plena adolescencia, hasta que descubrió sus bellos ojos aquel verano.
Se llama Aleksy y comienza hablando de una época de su vida en la que odiaba todo. Todo y a todos, sobre todo a su madre.
La descripción que hace de ella en las primeras páginas del libro, mientras desde la ventana del aula del colegio ve cómo le espera el último día de colegio es brutal.
Utiliza adjetivos, palabras y giros tan crueles, que te harán sentir un nudo en el estómago y otro en el corazón y más, si piensas que es un chico el que habla así acerca de su madre.
Sin embargo, entre tanta crueldad y tanto desprecio, Tatiana Tibuleac demuestra que hay esperanza, que todo se puede arreglar, que el amor triunfa y que las relaciones humanas pueden mejorar. Porque el corazón es grande, y el amor de una madre y de un hijo.
Una novela dura y triste, de odio, despecho y crueldad, de muerte y de vida, que a la vez rezuma emoción y sentimientos, amor, esperanza, perdón y superación personal.
Todo esto, además, con pinceladas de novela costumbrista e intimista, con descripciones de un pueblecito francés, mucha reflexión personal, muchos recuerdos y personajes reales, de carne y hueso, que te provocan sentimientos encontrados.
Pero, sobre todo es una novela de porqués. Por qué un hijo adolescente guarda tanto rencor hacia su madre.
Brutal pero esperanzadora.
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