miércoles, 13 de julio de 2022

Victoria Federica ha acabado aburriendo

Seguro que ser famoso y no cansar tiene truco. Tal vez consiste en no pasarte de la raya, dosificarte y aparecer menos veces de las que te gustaría. Justo lo que no ha hecho esta chica, y otras muchas que también prometían. 

Me acuerdo de una época en la que la sobrina del rey Felipe VI me parecía simpática, mona y fina. Me gustaban sus gestos cariñosos hacia sus abuelos y me caía bien, porque aparecía poco en los medios y las veces que se la veía se mostraba reservada y discreta. 

Ahora me resulta cansina. Y no me sumo, para nada, a la caterva de personas que la califican de elegante, estilosa y glamourosa. Se ha pasado de la raya y ha cruzado la sutil línea de la delicadeza y elegancia para convertirse en una especie de escaparate de tendencias, algo así como una influencer más que acaba aburriendo. Aparece por todos lados, en todas las fiestas, reuniones y bodas. Siempre lleva las últimas tendencias, y todas a la vez, junto a las firmas de lujo más exclusivas, lo que puede resultar un pelín hortera. 

Se maquilla demasiado, y se nota. Eso sí, tiene la suerte de poseer un esqueleto envidiable, unas piernas largas y poco pecho, lo que le permite llevar cualquier cosa. Sin embargo, no ha sabido dosificarse y está más del lado de Tamara, marquesa de Griñón –sin tener su frescura y simpatía o al menos eso parece–, que de la duquesa de Huéscar o la condesa de Osorno. 

Tanto salir, tantas redes, revistas y fotos han acabado por eliminar ese halo de misterio que podría haber cultivado si solo se dejara ver la mitad de las veces y llevara encima la mitad de las tendencias que se cuelga. 

Y eso que dicen que su padre entiende de esto... 



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