jueves, 30 de junio de 2022

Begoña Gómez, ansias de protagonismo

La reciente cumbre de la OTAN ha dejado un sinfín de imágenes para el recuerdo, pero de todas las fotos, sin duda las más impactantes son las que protagoniza la mujer de Pedro Sánchez, que ilustran periódicos nacionales. 



Y es que no hay cosa más ridícula que pasarse, creer que uno ocupa un sitio más relevante de lo que merece, darse más importancia y convertirse en protagonista de algún acto o situación. La discreción y sencillez son muestras de personas inteligentes.

Begoña Gómez se ha pasado. Ha sacado los pies del tiesto y ha quedado en evidencia, sobre todo porque hay fotos y vídeos que lo prueban. 

Durante la cumbre de la OTAN, la esposa del presidente de España ha dado muestras de sus ansias de protagonismo. Durante la cena que se celebró en el Museo del Prado, servida por el chef José Andrés, se mostró excesivamente simpática con Joe Biden; como si le conociera de toda la vida, como si estuviera de copas con él, como si fuera su amiguete. Agarrándole por la cintura, entre carcajadas, posando su brazo por el hombro y la espalda del presidente de los Estados Unidos mientras conversa con él muerta de risa. También se la vio agarrando a Boris Johnson, qué ganas de tocar... Si aún está vivo el COVID.

A saber lo que comentaría la mitad del gobierno de España sobre esta actitud. Encantada estará el ala de Podemos.

Ta vez la ha aconsejado su marido, sus amiguetes o... ¿Félix Bolaños? O le ha salido así sin pensárselo, como quien no quiere la cosa: se la tan veía feliz codeándose con lo más granado del mundo mundial. 
Tampoco se quedó corta durante la jornada en la que los consortes visitaron el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, la Real Fábrica de Cristales y el Museo Reina Sofía de Madrid. Parecía ansiosa por aparecer, por posar en mitad del grupo, cerca de la Reina, para que todo el mundo la vea bien. 
De sus modelitos poco hay que decir. Basta con verla: el vestido gris con la parte superior semitransparente que lució en la cena oficial, el rojo asimétrico del museo del Prado y el mono rosa suave anchorro del día de la excursión. 

Y ella se veía tan mona. Quizá de ahí su deseo de chupar cámara. 

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