Lo de la boda de Tamara parece un cuento sin fin, igual que lo de la ruptura de su madre con Mario Vargas Llosa. Si antes eran el colmo del glamour y la elegancia ahora resultan cansinas. ¡Por favor, que alguien se lo diga!
Antes se dosificaban, aparecían en las revistas para contar algo, que aunque siempre solía ser lo mismo (una fiesta en Porcelanosa, una temporada en Buchinger, un nuevo amor o un retiro espiritual, una nueva colección diseñada por Tamara o la reforma de la cocina...) al menos se dejaban ver con un derroche de fotografías y modelitos impecables.
Ahora aparecen todas o casi todas las semanas, con fotos de archivo, para contar que se casa, que ya no se casa, que se ha enamorado de otro, que ahora vuelve con el anterior, que al final sí pasará por el mismo día que tenía previsto, que no, que ahora es otro día y que además no está embarazada... y así será hasta que llegue, si es que llega, el 8 de julio y Tamara se case de una vez con Íñigo Onieva.
Mientras, la madre de la criatura, que antes había que pedirle audiencia, también aparece para contar detalles sobre su ruptura con Vargas Llosa. Y sorprende, resulta de mal gusto y además deja en entredicho ese saber estar del que tanto habla.
El caso es que va a haber que buscar otra reina de corazones, otra mujer que llene de glamour, estilo y elegancia la revista ¡HOLA! porque estas dos ya están dejando de interesar..
Se lo advertí y mira dónde y cómo están.
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