lunes, 10 de julio de 2023

Íñigo Onieva ya es marqués de Griñón

Por fin se ha casado y por fin ¡HOLA! ha sacado la exclusiva (y el lunes otra más). Que sean felices y coman perdices, Tamara y su marido. 



Era una novia previsible, con un vestido de novia correcto, hasta un velo le cubría el rostro, tiara y moño bajo. El novio, de chaqué e invitados muy elegantes unos y otros terribles. Ana Boyer, por cierto, lucía un modelo diseñado por Tamara Falcó, que dejaba mucho que desear, e Isabel Preysler, como no podía ser de otra manera, también iba de Carolina Herrera, por eso de la publicidad. 

Cuentan que Tamara y su familia no se han gastado ni un euro en el enlace. Que todo ha corrido por cuenta de la revista, o que se entiende como una inversión en la publicidad que de la marca hace Tamara, como los vestidos realizados por Carolina Herrera. Cuentan que, sin embargo, la madre de Íñigo, Carolina Molas, sí se ha pagado de su bolsillo el vestido confeccionado por Lorenzo Caprile, que ha tenido poca relación con la Preysler y que no ha querido posar para la exclusiva. 

Lo que más se ha comentado ha sido la prohibición de llevar móviles a la ceremonia ni a la celebración. No era para menos, ya que la revista se había hecho con la exclusiva. 

Muchos critican que la revista haya pagado un millón de euros a Tamara, pero que nadie olvide que esta exclusiva ha dado mucho trabajo a periodistas, repartidores, quiosqueros, imprenta y todo lo que la boda supone: decoradores, restauración, modistas...

Se ha comentado que uno de los tres sacerdotes que oficiaron la ceremonia no salió ardiendo de milagro, porque su casulla se prendió con una de las velas. Cuentan que afortunadamente Alejandra Onieva lo apagó a manotazos. 

También dicen que el menú dejó mucho que desear y que hubo tres fiestas: preboda en el Ritz, la boda y postboda, un brunch (o desayuno tardío y fuerte) en el Ritz de nuevo, al que Tamara se presentó con unas chanclas de Birkenstock. 

En fin... que todo fue como se imaginaba. Todo previsible y con poco glamour. Cada vez les queda menos fascinación y hechizo a las Preysler, ¿por qué será?

Lo que sí 

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