Muriel Barbery, profesora de Filosofía en la Universidad de Borgoña, obtuvo una beca de residencia para la Villa Kujoyama, en Kioto, donde residió dos años. Seguro que su estancia allí le sirvió de inspiración para esta novela. 
Recordaba La elegancia del erizo, que me entusiasmó, y tenía ganas de leer otro de la misma autora. Así que encontré este y no lo pensé dos veces.
Una rosa sola cuenta la historia de una mujer, botánica de profesión, que viaja hasta Kioto para conocer a quien fuera su padre, recién fallecido. Con esta excusa, Muriel Barbery adentra al lector en la filosofía y cultura niponas, manteniendo a las flores muy presentes en toda la novela.
A medida que la protagonista va conociendo detalles de la vida de su padre y sanando sus heridas, logra ir sintiéndose cómoda en Japón y, a la vez, se abre a nuevas emociones y sentimientos, como el amor y la amistad.
Es una novela amena, sin grandes complicaciones ni quebraderos de cabeza que se deja leer. No da para mucho más.
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