Tanto nombrar el fango, y cuando por fin Sánchez se lo encuentra, en lugar de dar la cara y pedir perdón, huye como un cobarde.
Rodeado del fango y del lodo del que tanto habla, el presidente escuchó ayer todo tipo de improperios. A su paso, junto a Carlos Mazón y unos Reyes magníficos, los que lo han perdido todo les increparon y soltaron por su boca lo que llevan días guardando y sufriendo. Consecuencia del abandono que sienten.
Quienes tienen dignidad, la conciencia tranquila y honor, como los Reyes, permanecieron allí, y llegaron al centro del pueblo, para escuchar a los vecinos de Paiporta. Aguantaron improperios, gritos y las bolas de barro que les lanzaron, incluso uno de los escoltas de la Reina tenía la frente abierta, pero se mantuvo junto a ella aguantando el tipo.
Sin embargo, Sánchez se dio el piro. Su personal de seguridad se lo llevó, parapetado por un paraguas, y dejó a los damnificados, a los Reyes y al presidente de Valencia abandonados a su suerte, mientras él se ponía a resguardo de los insultos, de la ira del pueblo y del lodo del que tanto le gusta hablar.
Luego declaró que la gente que le había insultado eran vecinos absolutamente marginales. Muy fuerte.
Cuando el presidente de un país no puede salir a la calle, ni acudir a actos donde se da cita el pueblo porque le da miedo que le insulten y le echen en cara lo que piensan de él, lo mejor es que se refugie en su casa y deje el cargo a disposición de los ciudadanos; que convoque elecciones. Eso es mejor que huir como un cobarde.
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