

Disfrutas, porque están bien escritos, pero sufres tanto, que yo ya no leo más libros con burkas.


Pero ¿sabes que es lo más grave? que están basados en hechos reales, y te muestran hasta dónde puede llegar el fanatismo, que el odio no tiene límites. ¿Lo más triste? que todo lo hacen con la excusa de una religión.
Pero ¿qué dios es ése que manda matar, inmolarse, destrozar a los semejantes, castigar con violencia, agredir al otro hasta la muerte?, ¿qué dios puede exigir eso?
En fin, que flipas. Porque a estas alturas del siglo XXI, tan lejos ya de la Edad Media, parece increíble que haya ¿personas? que quieran imponer, a fuerza de bombas, semejantes ideas y formas de vida.
¿Personas? que de un bombazo quieran acabar con el ocio, la música, los conciertos, el cine, el fútbol, la diversión y la libertad, para convertir a mujeres y hombres en objetos, como si no tuvieran conciencia, derechos, sentimientos y ni siquiera alma.
Como si sólo ellos, los fanáticos, los extremistas, los intransigentes e intolerantes tuvieran derecho a decidir lo bueno y lo malo para el resto de la humanidad.
Si lo lees en los libros y te indignas, los sentimientos que invaden a cualquier persona ante el horror de las masacres van mucho más allá del estupor, el pánico y la angustia. Y lo peor, que es en nombre de un dios y una religión.
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