Está estupenda. Delgada, que no flaca, y sin un ápice grasa, que no excesivamente musculosa; perfecta. Pero pelín cursi sí que es.
Le encantan los volantes, los lazos y, sobre todo, le pirran los encajes o bordados. En este número de ¡HOLA!, donde se luce en todo su esplendor, Paloma Cuevas enseña su cuerpazo, así como su afición por los bordados. Y telita...
El biquini de este reportaje, en marrón y blanco, le queda genial, pero, ¡jolín!, qué feo es. La parte de arriba es como de guipur, croché o no sé qué bordado en color marrón, pero debajo lleva una especie de encaje blanco. La braguita del biquini es de licra y combina estos colores.
En otra foto la vemos con una faldita a juego con el biquini: es igual de fea que el resto del conjuntinchis, blanca y con un bordado al estilo boho-chic, con cordoncillo en tono marrón. Le queda genial, porque ella lo vale, pero el modelito no puede ser de peor gusto.
Ella asegura que su truco es hacer 100 abdominales diarios, una dieta sana y equilibrada, trabajar como empresaria y ser madre, que eso, sobre todo eso, es lo que la mantiene en forma. ¡¡Te partes...!! ¡Ah!, y el miedo, el miedo que siente cada vez que su marido, el diestro Enrique Ponce, se pone ante un toro. Que aunque lleve 20 años casada, ese miedo no lo perderá nunca.
Y para la boda de su amigo, el fisioterapeuta de su marido Víctor Villar-Aragón con María Eugenia Pasquau se puso un vestido de su estilo total. De escote sirena, bien ajustado, con encajes, transparencias y de generoso escotado. Es de Rosa Clará, firma de la que también es fan Esther Doña, otra que tal baila.
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