Antes de que llegara este virus malvado se había declarado 2020 como el Año Internacional del la Enfermera y la Partera por la OMS. Hoy, además, es el Día Internacional de la Enfermera.
¡Felicidades! Se lo merecen más que nunca.
¡Felicidades! Se lo merecen más que nunca.
Sin ellas ¿qué sería de nosotros, de nuestros familiares, vecinos, amigos, de nuestros enfermos, e incluso de nuestra especie?
Son cariñosas, animadas y animosas, valientes y valerosas, sabias y listas, dedicadas y entregadas, generosas y espabiladas.
Lo comprobaste cuando diste a luz, cuando le pusieron la vacuna a tu bebé, cuando operaron a tu hijo y en las curas posteriores. Cuando tu padre estuvo ingresado, durante aquella época en la que tu madre pasó varios días luchando por su vida, en las sesiones de quimio de tu hermana, cuando intervinieron a tu pareja y cada vez que pisas un hospital.
Ahora, más que nunca, se reconoce su labor gracias a su maravillosa y heroica actuación contra el perverso COVID 19, porque lo que hacen no tiene precio: animan, dan los buenos días, curan, alimentan y están a pie de cama.
Hemos visto cómo han cuidado de nuestros mayores y de todos los enfermos durante la pandemia, cómo han puesto en peligro su vida, su integridad y su salud.
Gracias por demostrar una vez más que el personal sanitario es clave para nuestra especie, por su sabiduría y sus cuidados, porque se ocupan de cada uno como un individuo de carne, hueso y corazón.
¿Por qué no aprenden de ellos los políticos del Gobierno? ¿Tan difícil es?
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