lunes, 25 de mayo de 2020

La mascarilla



Una de las grandes protagonistas del maldito virus es la mascarilla. Su evolución es digna de tenerla en cuenta si quieres hacer un análisis más sobre esta pandemia en España. 


Ha pasado de no ser recomendable por las autoridades a convertirse en obligatoria para todos a partir de los seis años de edad y para todo.
A estas alturas del virus, con más de dos meses en estado de alarma, casi 29.000 fallecidos a consecuencia del Covid, hemos pasado por varias fases: la del miedo, la de los aplausos, la de la saturación del sistema sanitario, la de las espeluznantes cifras diarias de fallecidos, la de los héroes anónimos, la del encierro total y ahora la de la lucha por ir pasando de fase y disfrutar un poco de libertad de movimientos. 

La que nunca ha faltado en estas etapas ha sido la mascarilla. Siempre se ha hablado de ella. 

Al principio no era necesaria para el público en general. Apenas había, ni siquiera el personal sanitario y los empleados en residencias de ancianos contaban con suficiente protección. 

Las pedían y no llegaban, por fin mandaron unas, pero eran defectuosas, así que muchas empresas se pusieron manos a la obra para confeccionarlas y donarlas, así como miles de personas anónimas con sus máquinas de coser. 

A medida que el número de fallecidos y el de contagiados fueron bajando, empezaron a llegar las mascarillas. Por fin, se puso un precio fijo y se recomendó su uso. Ahora es obligatorio; nadie puede salir a la calle desprotegido.

Hoy dicen que te pueden salvar la vida, y por ello es obligatoria.

No se entiende que ahora se vendan en el súper, en el quiosco, en máquinas expendedoras, que puedas hasta elegir modelo y antes, cuando más se necesitaban, no había suficientes. 

En fin, una cosa más del coronavirus: ahora de sobra y antes casi ni para los médicos.

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