En todas las casas cuecen habas, incluso en una familia de detectives. Eso es lo que cuenta Rosa Ribas en esta novela, que, por otro lado, es un ejemplo de libro difícil de clasificar.
Porque tiene algo de novela negra: personajes desaparecidos, un secuestro y hasta un asesinato. De policíaca: sus protagonistas son detectives. Mucho de costumbrista, se desarrolla en un barrio, casi un pueblo, de Barcelona, donde se narran las visitas al casino y sus eternos cuatro viejos, las charlas entre vecinos, el funeral de un vecino al que asiste todo el barrio/pueblo... Y un pelín de romanticismo, de drama familiar y de tristezas.
Todo eso es Un asunto demasiado familiar.
Una novela que se lee con facilidad, muy bien escrita, con una historia de la que emanan varias, porque cada miembro tiene algo que esconder. Y a pesar de tratarse de un clan de detectives, sólo uno conoce la verdadera identidad del resto.
Todos tenemos una carpeta en la que se pueden leer nuestras miserias y puntos débiles; aquello que llevaremos sobre nuestros hombros durante toda la vida.
A partir de diálogos, de lo que el resto opina de ellos y de sus propias reflexiones, Rosa Ribas perfila a sus personajes, que parecen sencillos pero que esconden una personalidad intrincada. Son la excusa para tratar los problemas familiares, de la relación padre-hijo y madre-hija, de la disparidad de criterios, de la homosexualidad, la inmigración, el alcoholismo, las drogas, las relaciones de pareja, la automedicación, los problemas psicológicos...
Es, sobre todo, una novela que cuenta mucho y calla bastante: porque permite leer entre líneas... o la libre interpretación.
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