martes, 1 de diciembre de 2020

Tamara, radiante; Esther Doña, alma en pena

Estamos inmersos, más allá de la pandemia, en un Tamara's time. La hija de Isabel Preysler, que se muestra exultante, se ha puesto de moda. Contrasta, sin embargo, con la tristeza que irradia la mujer de su marido. 
Es que esta vida está hecha de contrastes. 


A Tamara la tenemos hasta en la sopa, esa sopa que ella sabe preparar con los más ricos ingredientes, porque se ha alzado como la más glamurosa chef del momento. 

Asoma a la pequeña pantalla cada jueves en El hormiguero en una tertulia en la que le preguntan, como si fuera una extraterrestre, cosas tan normales como, por ejemplo, de qué modo celebran Tamara y su madre las fiestas navideñas...
Es estilosa, mona, simpática, risueña y alegre, y explota su punto pijo con gracia. Pero está destinada a morir de éxito si no se prodiga en más pequeñas dosis. 
Aparecía en un programa diario de cocina y, cómo no, lo hace en las revista de corazón con gran asiduidad. 

El pasado miércoles protagonizó la portada con su nuevo amor, Íñigo Onieva, en la que se besan, mascarillas de por medio. Ella, casual con un total look blanco, y en otras imágenes con el tono de moda: el lila. 

Luego te topas con un puñado de páginas en las que posa y habla de su marquesado. Se la ve pletórica en las 6 dobles que protagoniza, con diferentes cambios y estilismos, y venga a hablar de su título, de su belleza, de la de su madre, y de su nuevo empleo como embajadora de Sisley, firma de fitocosmética. 

Tras ese reportaje, se te encoge el corazón al ver la tristeza de la viuda de su padre. 
Esther Doña ha perdido a su progenitor, víctima del covid. La pobre aparece inconsolable junto su madre y uno de sus hermanos en el tanatorio de Marbella. Toda pena, llanto, y soledad... 
¡Qué gran diferencia entre la última mujer y la hija del mismo hombre! 

Pue eso, que la vida es una tómbola. 

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