Si alguien duda de Isabel Preysler como soberana de corazones, no tiene más que hacerse con el número de ¡HOLA! de esta semana. Ni más ni menos que 22 páginas dedicadas a ella en todo su esplendor.
El motivo bien lo merece: su 70 cumpleaños. Está tan maravillosa como siempre, incluso mejor que en algunas fotografías del pasado, porque la revista no sólo recoge otra entrevista más en la que la filipina habla sobre su vida, sino que además recopila fotografías desde su niñez al día de hoy, con todos sus maridos e hijos en casi todas las edades.
Pero lo que más sorprende de este extenso reportaje no es ella, ni su belleza, ni su figura, ni tampoco su eterna juventud, ni sus impecables estilismos. Lo que alucina es que a cualquiera que toca lo convierte en un chiquillo.
Mario Vargas Llosa, quien la acompaña en su reportaje, aparece mucho más rejuvenecido que cuando empezaron su relación. El rostro mucho más terso, sin las marcas del tiempo en su piel y el torso bastante más atlético; parece un chaval a sus 84 años.
Esta maravillosa pareja van a rejuvenecer juntos, qué maravilla. Felices, guapos, delgados y enamorados. Y, qué más quiere la Preysler, Vargas Llosa aún le escribe cartas de amor, que, confiesa ella, guarda con celo.
No se sabe si todo es por obra y gracia del photoshop, la clínica Buchinger de Marbella o la milagrosa Maribel Yébenes. Lo que sí está claro es que Isabel Preysler sabe cuidarse y cuidar a los que la rodean.
No hay comentarios:
Publicar un comentario