Vestiditos lenceros de tirantes, cortos y sueltos con collares de dudoso gusto. Esa es la forma de vestir de la presidenta del Congreso de los Diputados.
De la investidura de Sánchez se ha dicho y escrito mucho. Y lo que queda. Porque es una vergüenza llegar al poder de esta forma, pero no seré yo quien siga hablando de este hombre narcisista con ansias de poder.
Lo que sí quiero resaltar es el poco arreglo personal que luce, el cero estilo y la pésimamente vestida, peinada y maquillada que va la presidenta del Congreso.
Francina Armengol no domina el español y no sabe contar los tiempos en los debates, o eso dicen. Parece que el puesto le queda grande, pero es que además no sabe vestirse adecuadamente para su cargo.
Cuando se estrenó en el Congreso aún hacía calor y no se le ocurrió otra que presentarse, un día sí y otro también, con vestidos de tirantes, tipo lenceros, feos y poco elegantes, sueltos y cortitos, horribles, y además se empeña en ir enseñando los brazos constantemente ¿qué necesidad hay? O ese otro vestido que eligió para la jura de la Constitución de la heredera del trono azul con brillos y volantes.
Aún no la hemos visto con un traje de chaqueta, una camisa o un conjunto aunque sea al menos discreto.
No hay que ser delgada ni alta ni jovena para lucir elegante e ir vestida en condiciones. Sólo hace falta un poco de ojo, de saber estar y de educación básica.
¡Lo que nos queda por ver en esta investidura!
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