lunes, 11 de enero de 2016

Dios salve a los Reyes (y no su hermana, ni la alcaldesa)

Con el año nuevo hay dos cosas a las que nos mantenemos  fieles: los mil propósitos para llevar una vida mejor, y nuestra afición a hacer cola para estrenar las rebajas y cambiar los regalos de los Reyes. Y es que ¡¡¡pobres Reyes Magos!!! Entre unos y otros ¡¡¡cuánto daño les están haciendo!!!


Este 2016 ha empezado fuerte. Haciéndole la cusqui a la monarquía, y hablo de los Reyes, tanto de los Magos como de Felipe VI y doña Leti.

A ver si tú eres capaz, primero, de explicarme por qué este año los Reyes Magos de Oriente han cambiado radicalmente. Así, de buenas a primeras, sin venir a cuento. ¡¡¡Pobres niños!!!
¿Por qué este año no hemos visto en Madrid a aquellos tres viejos sabios, vestidos con flamantes capas de armiño sobre túnicas de satén brillantes, coronas regias y melena blanca uno, castaña tirando a pelirroja otra y la de Baltasar bajo su turbante? ¿Por qué este llevaba rastas, si siempre se tocaba con un turbante salpicado de joyas y plumas, por qué Melchor era un réplica de Merlín y Gaspar iba de fucsia? ¿Por qué les precedía en Madrid una carroza del orgullo gay?, y sigo: ¿por qué no había camellos, y apareció un chico montado en una bici con regalos para menos de la mitad de los que nos congregamos en la Castellana madrileña? 

¿Por qué, dime, por qué intentamos perder el tiempo y el dinero en destrozar tradiciones, en lugar de trabajar para limpiar la ciudad y dar más y mejores servicios? ¿Y por qué juegan con la ilusión de los niños?


Y ahora, explícame por qué el matrimonio Urdangarín tiene tan poca vergüenza. Por qué, para colmo, ella quiere evitar declarar por un delito que parece que ha cometido. 
Que deje que se cumplan las palabras de su padre, el rey emérito, cuando dijo: "La justicia es igual para todos". Que se siente en el banquillo y declare, como harían con cualquiera de nosotras, ¿no te parece? Sobre el caso Noos y lo que sea. 
¿Por qué Cristina e Iñaqui, que no se merecen ni el doña ni el don delante, han querido destruir una institución a la que ella, y él y sus hijos, le deben todo lo que son? ¿Por qué no se atreven a admitir que se forraron, que van a devolver lo robado y a pagar por lo que han hecho? Que declaren y cumplan con la Justicia. 
Eso sí que es hacer daño a la monarquía, y no cortarse la melena más o menos, o repetir modelinchis. Esto último son frivolidades de las que a todos nos gusta hablar, pero que no hacen daño a nadie; ni a las tradiciones ni a las instituciones.
Lo tuyo, Cristina, en cambio, sí que es poca vergüenza. Y me quedo corta. 

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