Tiene muchos ingredientes para convertirse en la novelita de moda: mucho suspense, engancha, toca un tema muy actual y, aunque no va a ganar el nobel de literatura, se deja leer.
La pareja va a cenar a casa de sus vecinos, pero la canguro falla a última hora, así que se llevan el escuchabebés y cada media hora uno de los dos se pasa a ver a la niña. Pero en una de las visitas... ¡¡No está!!
Engancha, porque quieres saber qué le ha pasado al pobre bebé. Y mientras tanto, descubres los puntos débiles de la pareja, de los padres de ella y de los vecinos.
Encuentras descripciones del sufrimiento de los padres; de la inseguridad de la madre, que duda de todo, hasta de sí misma. De la desconfianza de la policía, la súper protección de los padres de ella, el deseo de seducción de la vecina... Y, como siempre, detrás de todo, el dinero.
Encuentras descripciones del sufrimiento de los padres; de la inseguridad de la madre, que duda de todo, hasta de sí misma. De la desconfianza de la policía, la súper protección de los padres de ella, el deseo de seducción de la vecina... Y, como siempre, detrás de todo, el dinero.
El dolor, el odio, la insoportable espera, la duda, el debate entre mantener la esperanza o acabar con todo, la tentación de culpar a la pareja... Y el sufrimiento de una madre por perder lo que más quiere y pensar que lo podría haber evitado sólo con suspender la cena, retrasarla o incluso llevando consigo al bebé.
Y es que ser madre no es tan fácil, y menos si eres la protagonista de un thriller con problemas psicológicos, a los que hay que sumar la depresión postparto.
Léelo. Ya verás que, igual que en la realidad más cruda, el culpable siempre pertenece al entorno más cercano del desaparecido. Y casi siempre cuenta con la ayuda, gratis o no, de alguien más.
Pero, ¿quién pagará los platos rotos?
Pero, ¿quién pagará los platos rotos?
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