miércoles, 29 de enero de 2020

Harry y Megan, la casa real patas arriba


¡La que han montado! El nieto más joven de la Queen Elizabeth se ha independizado de la familia real. Y ahora cuentan las malas lenguas que no sabe si va a poder hacer frente a lo que a él y a su americana esposa se les viene encima. 


Como siempre, tras una noticia se desatan los rumores, y ahora que Harry y Megan Markle son padres, han decidido buscarse la vida ellos solitos y  hacer las Américas, todo el mundo comenta y especula. 

Unos dicen que es cosa de Megan. Que no le gusta nada la abuela de su marido, que está super agobiada de que la persigan los medios y de que la comparen con Kate, que no es feliz y que no quiere que su chiquitín se críe en semejante contexto.  

Cuentan que ella ha sido la que ha empujado a Harry a tomar la decisión, que sabía que su marido no era feliz. 

Además, siguen las malas lenguas, como Harry no es hijo de Carlos (sino que es fruto del romance de Diana con su profesor de equitación, aquel oficial de Caballería del Ejército del Reino Unido, James Hewitt), pues es normal que el chico no quiera seguir adelante con la farsa. 

A saber.

El caso es que han decido poner tierra de por medio entre ellos y la Queen, Philip, Charles, Camila, Kate y William. De momento van a pasar una temporada en Canadá y otra en Reino Unido. 
 
El primer año lo tienen solucionado: el príncipe Carlos les mantiene la asignación anual de dos millones de euros, pero a partir la primavera de 2021 tendrán que pagarse de su bolsillo la seguridad privada, el coste de su casa de Windsor, que según unos medios es de 12.000 euros mensuales y otros de 35.000, y la vivienda en Canadá. Más el suma y sigue de todos los humanos. 

Las malas lenguas aseguran que ella ha descubierto su verdadera vocación: ayudar a mujeres y niñas, y a que a él le están buscando un trabajito los canadienses. Pues ya está, resuelto.  

Por si fuera poco, la maravillosa Kate quiere que se sepa que también ha sufrido mucho. Cuando nació su primogénito, hará ya unos seis años, ella vivía en Gales y su William era piloto de ambulancias, con lo cual muchas noches trabajaba y ella se sentía muy sola: no tenía con quién hablar, ni familia ni amigas, ni nada. Pobre. 
Pero, bueno, ahora que vive en el palacio de Kensington, con sus tres hijos, seguro que todo va sobre ruedas y ni se les habrá ocurrido abandonar también. 

Dios salve a la Queen. 

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