miércoles, 27 de enero de 2021

Illa: desertar es de cobardes

Cualquier psicólogo, coach, o un buen amigo te recomendará que en los momentos peores intentes sonreír, no dejarte llevar por el pesimismo; que busques lo mejor de cada día, algo que te ayude a sentirte mejor. 


Es bueno hacer dos huecos en el cerebro, o corazón. En el de color neutro deja que caigan las peores noticias y el otro, el de color pastel, tenlo a mano para recurrir a él y pensar en lo bueno, en lo que te llena de esperanza y optimismo, y te relaje. Podría ser fácil, pero en estas circunstancias no lo es tanto. 

En plena tercera ola, con la cepa británica desbocada contagiando a diestro y siniestro, y otras mutaciones del virus en camino, nos vemos más en peligro que nunca. 

Nos vendieron la vacuna como la panacea; que llegaría en enero, que pronto estaría toda la población vacunada, al menos la de riesgo. Era nuestra esperanza, a lo que nos agarrábamos como un salvavidas.

¿Y qué tenemos? 

Indices de contagio y mortalidad rozando los del mes de abril. Políticos y altos cargos que se saltan las reglas del juego y se vacunan porque ellos lo valen más que nadie. Un ministro de Sanidad que da la espantá, que deja el país al borde de la muerte y se va de bolos a Cataluña. 

Allí piensa pedir el voto (¿con qué discurso?, si abandona una nación en plena pandemia), donde, con unas de las cifras más escalofriantes del virus, van a romper los confinamientos y limitaciones horarias para hacer campaña electoral y permitir mítines (¿te acuerdas del 8M?) con el beneplácito, además, del que ha sido ministro de Sanidad.

Nos siguen tomado el pelo, sólo quieren ganar votos para continuar con sus privilegios, seguir engañando y seguir pensando en ellos mismos.  

Llega una nueva ministra de la que pocos saben de ella, y los que saben no cuentan precisamente maravillas: dicen que en absoluto se trata de una experta en temas de sanidad, medicina, ni pandemias, que es una de las peor valoradas de gobierno.

El COVID nos ha enseñado muchas cosas. Una de ellas, que los sanitarios son personas con vocación, que viven por y para los demás, que se sacrifican y no buscan privilegios, que nos quieren salvar y que saben de lo que hablan. 

¿Por qué no habrá elegido como ministro de Sanidad a un médico, un científico, un virólogo... alguien capaz, con vocación, que respete y trabaje por y para los demás? Pedro Sánchez lo tenía fácil, pero no ha querido prestar atención al problema más grande de nuestro país. 

Creen que van a escapar, pero en Cataluña también hay COVID. Egoístas. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario