Si te llamas Arturo Sastrón de Prada lo tendrás más fácil en la vida que si llevas por nombre Atanasio Cuervo Feliz. Es la carta de presentación, ayuda a sentirse atractivo y seguro de uno mismo y de su familia. Al menos eso piensa el protagonista de esta novela.
El camino de las luciérnagas arranca con una especie de tratado acerca de los nombres: juegan un papel decisivo en la vida de cada uno, sobre todo en la adolescencia.
De manera magistral, con gracia y elegancia, Mónica Rouanet, en boca del protagonista, explica que los Gonzalos y los Jaimes lo tienen más fácil que los Atanasios o los Anselmos. Y si a ello le sumas un apellido sin lustre, poco más se podrá hacer.
Sin embargo, a pesar de su nombre, Atanasio Cuervo Feliz logra hacer de la suya una vida normal, con sus momentos buenos y malos. Por motivos profesionales el protagonista de la historia tendrá que revivir su adolescencia: una investigación judicial apunta a su amigo de antaño como principal sospechoso.
La novela oscila entre el presente y los años 80, cuando Atanasio, Tano, es un adolescente que estudia en un colegio católico; un chico responsable, estudioso y pelín acomplejado, quien encuentra en Anselmo, Hans, el amigo que le mostrará el mundo y le abrirá muchas puertas. Veinticinco años después volverán a encontrarse en diferentes condiciones.
El camino de las luciérnagas es un retrato de la adolescencia, su inseguridad, dudas y curiosidad, la necesidad de abrirse camino, de experimentar, de vivir y la importancia de saber que los padres están ahí: lejos pero cerca. Es un canto a la amistad, a la fortaleza de carácter, a la familia, a la vida, al amor y te recuerda que no se puede escapar del pasado.
Escrito en primera persona y en dos tiempos paralelos, con lenguaje sencillo y ritmo ágil, muchas descripciones, reflexiones de adolescente y de adulto, juicios personales y grandes dosis de ironía, El camino de las luciérnagas es una novela de intriga, crímenes, mentiras, secretos y mucho sentimiento.
Tan ameno que lo leerás en un pispás, y te verás tu reflejo en el retrato de algunos de sus adolescentes. Te llames como te llames.
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