lunes, 15 de noviembre de 2021

‘El camino de las luciérnagas’

Si te llamas Arturo Sastrón de Prada lo tendrás más fácil en la vida que si llevas por nombre Atanasio Cuervo Feliz. Es la carta de presentación, ayuda a sentirse atractivo y seguro de uno mismo y de su familia. Al menos eso piensa el protagonista de esta novela. 


El camino de las luciérnagas arranca con una especie de tratado acerca de los nombres: juegan un papel decisivo en la vida de cada uno, sobre todo en la adolescencia. 

De manera magistral, con gracia y elegancia, Mónica Rouanet, en boca del protagonista, explica que los Gonzalos y los Jaimes lo tienen más fácil que los Atanasios o los Anselmos. Y si a ello le sumas un apellido sin lustre, poco más se podrá hacer. 

Sin embargo, a pesar de su nombre, Atanasio Cuervo Feliz logra hacer de la suya una vida normal, con sus momentos buenos y malos. Por motivos profesionales el protagonista de la historia tendrá que revivir su adolescencia: una investigación judicial apunta a su amigo de antaño como principal sospechoso.  

La novela oscila entre el presente y los años 80, cuando Atanasio, Tano, es un adolescente que estudia en un colegio católico; un chico responsable, estudioso y pelín acomplejado, quien encuentra en Anselmo, Hans, el amigo que le mostrará el mundo y le abrirá muchas puertas. Veinticinco años después volverán a encontrarse en diferentes condiciones. 

El camino de las luciérnagas es un retrato de la adolescencia, su inseguridad, dudas y curiosidad, la necesidad de abrirse camino, de experimentar, de vivir y la importancia de saber que los padres están ahí: lejos pero cerca. Es un canto a la amistad, a la fortaleza de carácter, a la familia, a la vida, al amor y te recuerda que no se puede escapar del pasado. 

Escrito en primera persona y en dos tiempos paralelos, con lenguaje sencillo y ritmo ágil, muchas descripciones, reflexiones de adolescente y de adulto, juicios personales y grandes dosis de ironía, El camino de las luciérnagas es una novela de intriga, crímenes, mentiras, secretos y mucho sentimiento. 

Tan ameno que lo leerás en un pispás, y te verás tu reflejo en el retrato de algunos de sus adolescentes. Te llames como te llames.


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