Emotivo, lleno de amor, sentimientos y muy creíble. La última novela de Jesús Carrasco es recomendable, como la vida misma.
Mucho se ha escrito y hablado sobre la obligación y el compromiso que adquieren los padres con sus hijos en el momento de su nacimiento. Sin embargo, tal y como ha dicho el autor, muy poco se ha dicho acerca de la responsabilidad que supone ser hijo, y lo que implica asumirla.
Jesús Carrasco narra el crecimiento del protagonista, Juan, un hombre que vive en Escocia, y visita a su madre en un pueblo de Toledo, donde acaba de fallecer su padre. Allí se encuentra con una triste sorpresa: ella sufre Alzheimer.
El hijo, que roza la cincuentena, llega con la idea de irse rápidamente, pero los acontecimientos, la misma vida y su descubrimiento del amor filial le van mostrando qué camino seguir. Va descubriendo su deber como hijo, y poco a poco lo asume, mientras aprende a querer.
La novela rezuma sentimientos y emociones, amor y compromiso, y sobre todo mucho realismo, de manera tranquila, sin grandes dramas ni enfrentamientos.
Un retrato del día a día, de la vida, de algo tan común y corriente como un hijo, una hermana y una madre enferma.
Jesús Carrasco pone de manifiesto el debate entre el egoísmo y la responsabilidad, la propia vida y la familia, lo que uno desea y a lo que se ha comprometido.
Está plagada de acontecimientos cotidianos tan bien descritos y escritao que se convierte en una novela realista, creíble, cercana y con mucha vida.
La inspiración la ha encontrado muy cerca: Llévame a casa, que se fraguó durante la pandemia, tiene muchos elementos autobiográficos, entre otros, el autor también pasó una temporada en Edimburgo, su madre vive en un pueblo manchego, su padre falleció y a Jesús Carrasco, como a Juan, le gusta correr.
Sobre los lazos familiares y el deber que cada uno tenemos con quienes nos han dado la vida y al que no nos podemos negar.
Y, como siempre, el amor triunfa, aunque le cueste.
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