Me doy por vencida. Lo dejo. Yo no soy de abandonar libros, suelo darles bastantes oportunidades para ver si remontan, pero en este caso creo que ya no voy a seguir adelante.
Hijos de la fábula, el último libro de Fernando Aramburu es un tostón. Con todos mis respetos, y reconociendo que escribe de maravilla, que no es fácil hacerlo como él lo hace. El error ha sido mío por haberme decidido a leerlo.
Patria me gustó mucho: retrata de maravilla el conflicto vasco y los mundos tan diferentes que coexisten allí, pero este intenta contar con sorna la historia de dos etarras que quieren enrolarse a la banda terrorista justo cuando ETA abandona la lucha armada.
Viven en el sur de Francia, cobijados por unos granjeros con los que apenas se entienden, esperando que alguien los recoja para empezar con su entrenamiento. Y se sucede una serie de acontecimientos que se suponen graciosos.
No me hace ni pizca de gracia y la verdad es que tampoco me ha enganchado ni el tema, ni los personajes, ni cómo está contado... ni nada, la verdad.
A otra cosa mariposa.
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