Es entrañable, sí, y también estresante. Pero si ya has llegado a este punto en el que todo está más o menos bajo control, se queda en preciosa, entrañable, tierna y mágica.
De Nachete, que tiene seis años |
De Diego, cuando ganó el concurso de christmas de sus clases de natación |
Si ya tienes tus décimos, participación o lo que sea de la lotería de Navidad, que lo mismo este año te toca.
Si has rematado el disfraz de estrella, pastorcillo, ángel, árbol de Navidad, reno... por nombrar los más fáciles y solucionables en el chino de la esquina. Porque como te toque hacerlo en casa vas lista, por mucho que en el colegio te manden el paso a paso de los disfraces más complicados.
Si ya has pedido permiso para salir antes del trabajo y poder ver a tus niños haciendo sus monerías navideñas (pobrecillos, para ellos es súper importante).
Si ya tienes bajo control las listas de regalos de tus niños, tu marido, tus sobris, tus padres, tus suegros... y demás familia.
Pero, por favor, tienes que acordarte de los profesores (ahora todos regalamos a los profes, pero en nuestra infancia eso no se estilaba), de la chica, de la canguro, del aguinaldo del conserje... y ¿de quién más? Esos flecos son los que hay que pensar bien, no sea que cuando lleguen los Reyes Magos falten.
Si ya sabes dónde, cómo y cuándo vas a cenar en Nochebuena, a comer en Navidad y a pasar Fin de Año. Si has hecho la lista de lo que necesitas para esas celebraciones, de lo que tienes que llevar a cada casa, o qué tienes que hacer.
Y es que lo de elaborar el menú que esté a la altura requiere un capítulo aparte o bien hacer como el del chiste del pavo al güisqui.
Si ya sabes qué te vas a poner. Hay quien se arregla mogollón para la Nochebuena, la Navidad y Fin de año. O sea tres modelinchis: siempre puedes reciclar y sacar la falda negra, el vestido negro y el pantalón negro recto. Pero ten cuidado, si combinas blanco y negro porque ahora todas las camareras de los restaurantes más monos, van con camisa blanca y falda negra. O sea, mucho ojo para no copiarlas.
Ahora, justo ahora, con todo eso hecho y antes de que empiece la locura de cenas, comidas, champán... es cuando respiras y dices: "Me encanta la Navidad".
Por la ilusión de los niños y los mayores, porque te acuerdas de los que faltan (pero con alegría), porque se juntan las familias, se cambian buenos deseos y detalles, se hacen buenos propósitos para el año nuevo. Y porque aún no te has atiborrado y no piensas en la dieta de enero. Por eso, ahora es cuando hay que disfrutar, porque en Navidad siempre se disfruta.
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