lunes, 1 de febrero de 2016

El conde Lequio: un padre añoso

¿A que parece que el conde Lequio se ha retirado del mundanal ruido? Pues sigue ahí, aunque más modosito. ¡¡¡Con la guerra que dio!!!, que estaba un día sí y otro también en los papeles rosas. Vuelve para anunciar que va a ser padre de nuevo. 



Su tercer hijo es de María, la tercera mujer con la que tiene descendencia. Está claro que algo de sangre Borbón corre por sus venas, aunque pensándolo bien no hay que ser muy bombón, digo borbón, para tener hijos con quien se te ponga por delante. ¡¡En absoluto: mira a Paquirrín!!  

El conde la lió parda: mientras estaba con Anita Obregón vivió una anventura con Mar Flores, quien a su vez la requetelió más que parda: estaba con un pez gordo del mundo de las finanzas, Fernández Tapias. ¿Te acuerdas que no se hablaba de otra cosa? 
Él también era la causa de las encarnizadas batallas entre Antonia Dell'Atte y Ana Obregón. 
Pero un día, de la noche a la mañana, desaparece: una chiquita de 22 años se lo llevó al huerto y el conde sentó la cabeza: no más enredos, líos, infidelidades ni trifulcas, y ya llevan 17 años, incluso van a ser padres. Olé, María Palacios, ahora a criar al hijo de Lequio.

Qué mona es ella y ¡¡ay!!
¡cómo pasan los años!
De vez en cuando se asoman a ¡HOLA! para decir que se adoran o dar un anuncio como el de esta semana.
Él tiene 55 y ella 38 años. El pobrecillo dice que tiene achaques, y "habrá quien pueda pensar que ser padre a los 55 años es una irresponsabilidad, pero no me parece tan grave". 
"Menos mal que no es primerizo -asegura ella- porque así me podrá enseñar muchas cosas". 
¡¡¡Claro!!! ¿Como no ha montado una escuela de matronas o de madres primerizas? Con la pinta que tiene de ser todo un experto en el cuidado de los bebés, en cómo amamantarlos, cambiarles el pañal, hacer que echen los gases... Tenlo por descontado, María. 

A partir de ahora veremos a la pareja cuando sepan el sexo del bebé, cuando crezca la tripita de la madre, cuando nazca, cuando lo bauticen... 
En este caso se cumple el dicho: que el bebé va a venir con un pan debajo del brazo. A disfrutarlo. 

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