De lo que he visto en ¡HOLA!, esta semana destaco dos estilismos maravillosos y dos espantosos. Los guays, que también tienen sus peros, son de la Reina y de Carlota Casiraghi. Los espantosos, de la infanta Elena y de Esther Doña.
Pero antes de entrar en harina, tengo que pararme en la Preysler para confesarte que no la aguanto más. Ha conseguido cansarme. Ella y su caballero andante aparecen una vez más en la revista. Y aburren muchísimo. Parece siempre la misma foto con diferentes vestidos.



Me encanta el estilismo de Carlota Casiraghi en la gala de inauguración de la exposición del Instituto del vestido, en el MET de Nueva York. Llevaba un gucci de chifón de seda plisado en tonos cálidos en franjas desde el amarillo a rojo granate en degradé, combinado con encaje y escote a la caja. Con su maquillaje y peinado habituales. Me parece un vestido espectacular. Ahora,eso sí, difícil: pocas pueden lucirlo.

eternos looks: la trenza esa horripilante, o el pelo estirado sin corte y sin gracia ninguna. El sombrero de turno, y eso sí, siempre junto a su alter ego, el rey emérito. Debe ser encantadora y tan campechana como su padre, pero un poquito de peluquería (y de Zara) no le haría ningún daño.
Espantoso donde los haya es el estilismo de Esther Doña, la pareja del marqués de Griñon. Aparecen súper acaramelados en el Open de tenis de Madrid, pero ¡¡¡por favor!!! ¿cómo va ella de esa guisa??? ¿En qué estaba pensando? ¡¡¡En mi vida!!!
Se abrigaba con un pedazo echarpe verde botella, como de lana, horroroso, que se había colocado como hace 10 años: un lado cruzado y el otro colgando, con menos estilo y menos gracia...
Y para colmo, llevaba una coleta ¡¡¡con un lazo de raso!!! Síiiiiii un lazo, como esos que nos ponían nuestras madres para ir al colegio. ¿Te lo puedes creer???
¡¡¡¡Tamara!!!!, por favor, tú que eres tan buena persona y a la vez tan estilosilla échale una mano a la pareja de tu padre, y dile cómo se pone una los pañuelos, pashminas y demás, y por favor, llévala a tu salón de belleza o escóndele esos lazos de raso. Sí, escóndelos. Gracias, hija.
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