Le llaman fútbol y parece política. Dicen que es un deporte y algunos lo utilizan como herramienta reivindicativa. Juegan la Copa del Rey y pitan el himno nacional. Desde luego...
Domingo. 21,30 horas. Estadio Vicente Calderón. El Sevilla y el Barcelona se disputan la Copa del Rey de fútbol. El estadio, un mar de banderas catalanistas y de símbolos independentistas por un lado. Y por el lado de la afición sevillista, escudos de su equipo y la bandera de España: no iban a llevar la bandera de Andalucía (que también tiene su bandera), si se jugaba la Copa del Rey de España.
Pero toda la afición del Barcelona no es catalanista, ¿no? Aunque no se les oiga, aunque no digan ni mu, yo conozco a más de uno y de una que son barcelonistas y no han nacido en Cataluña. Y me alucina que no se les oiga, que parece que no se molestan: nadie protesta. Así que estos extremistas se convierten en la voz de la afición del Barcelona.
Al parecer, el Sevilla le hizo sufrir: tuvieron que llegar a la prorróga; mucho Messi y mucho Piqué, y por los pelos no se llevan la Copa del Rey, que mucho la critican, pero luego bien que luchan por ella. Contradicciones.
Eso sí, con nivel de alerta 4, máximo control policial, doble anillo de control en los alrededores del estadio, con cacheos exhaustivos y entradas nominativas...
¡¡¡En lo que se ha convertido el deporte!!! ¿Cómo no se van a pelear nuestros hijos en un partido de fútbol en el patio? ¡¡¡Si lo estamos consintiendo!!! Si se lo estamos enseñando: si necesitamos controles policiales para un partido al que acude el Rey. De locos.
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