Después de mirar y remirar ¡HOLA! he hecho una cosa horrible, lo confieso. Terrible. Algo que una no debería hacer jamás, y menos con las de su mismo género. ¿Que qué he hecho? Comparar a dos mujeres. Lo siento. ¡¡¡Perdonadme!!!
Pero no sólo ha sido culpa mía. En gran parte es de la revista. Porque te plantan en grandes fotografías y a toda página a las dos it princess del momento. Las dos versiones de las princesas más cool, las más ideales, las más trendy... y a la vez tan diferentes, tan opuestas. ¿Que quiénes son?
La elegante, sonriente, natural, ideal y siempre perfecta Kate Middleton; y la chica fina que va de bohemia, que le gusta el rollo malote de su familia política, la bohochic, pelín estirada, aquella que quiere teñir de hippie su aristocrática familia.
Pero es fina, elegante, con un porte de princesa, con buen gusto y se ponga lo que se ponga le queda genial. Eso es verdad. Beatrice Borromeo.
Pero es fina, elegante, con un porte de princesa, con buen gusto y se ponga lo que se ponga le queda genial. Eso es verdad. Beatrice Borromeo.
La princesa de Cambridge va siempre perfecta. Clásica, con algún guiño moderno, pero siempre genial. ¿La has visto en en las últimas celebraciones del 90 aniversario de la reina? Me encanta: lleva el abrigo marfil de Alexander MacQueen que lució en el bautizo de Charlotte, con un tocado alucinante en rosa muy pálido y pendientes de Balenciaga. Como siempre maravillosamente peinada, con un recogido lateral. Y su mejor accesorio: su sonrisa.
En la celebración del Patron's Lunch se enfundó un vestido azul pastel con fajín rosa salmón de Roksanda Ilincic. Con unos stilettos en color nude y tacón sesanto. Y la melena suelta.
Para el fin de celebraciones
del cumpleaños de la reina eligió un abrigo de verano celeste con encaje bordado, de Catherine Walker, y el tocado blanco que se puso en el bautizo de su hija. Salones y clutch cámel. Una vez más un recogido maravilloso.
Ahora es el turno de Beatrice Borromeo en la boda de la italiana Giovanna Batagglia en Capri.
Espectacular, como siempre, pero ella es otro rollo. Ella viste de forma impensable en la corte de Isabel II. Su peinado es siempre como recién salida de la ducha (pero seguro que se ha pasado horas ante la peluquera). Sus joyas son tipo hippie, grandes medallones, pendientes que cuelgan, brazaletes o pulseras diferentes. Y en los pies, sandalias de cuña, pocas veces lleva salones. Ella es más de faldas fluidas, escotes, tripa o espalda al aire... Pocas veces la verás con un clutch y stilettos a juego, más bien con bomboneras o cestas de mimbre.
Pero el broche lo puso por la noche, en la fiesta. Ella llevaba un vestido mini tipo tul y escote en pico, con cola. Y él... ¡¡¡unos pantalones palazzo animal print!!!, con chaqueta y camisa blancas. Impensable en la corte de Isabel II y en casi ninguna. ¿Te imaginas a tu marido de esa guisa en una boda? De patatús.
Mira el vestido de Valentino que se marcó para una la feria Convivio 2016 en Milán. ¿Ves lo que te digo del pelo? Parece que se ha hecho una coleta al salir de la ducha y ya.
Con una cartera étnica, que si la lleva otra es una aberración, ya que ni el estampado ni los colores son como los del vestido, pero en ella queda genial.
Con una cartera étnica, que si la lleva otra es una aberración, ya que ni el estampado ni los colores son como los del vestido, pero en ella queda genial.
Y ese echarpe granate en otra queda penoso, off total. Pero ella lo lleva con tal desgana, quiere que parezca que lo lleva por llevar, que se la ha caído y no le importa. Y lo peor es que hasta le queda bien esa apatía.
¿Ves qué diferentes y qué ideales son ambas?
¿Ves qué diferentes y qué ideales son ambas?
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