lunes, 18 de junio de 2018

La culpable es la avaricia, Iñaqui

Si la semana pasada fue de locura, esta promete: ¿cuándo y dónde se ha visto al cuñado de un rey ingresando en prisión? Se te pone la carne de gallina: la avaricia rompe el saco.  


Hace menos de una semana el seleccionador nacional de fútbol anunciaba que se iba al Real Madrid. Lo destituyeron y pusieron Hierro al asunto. 
Días después el ministro de Cultura y Deporte (que como sabe todo el mundo no le gusta el deporte y nunca lo ha practicado) también anunciaba que lo dejaba. Salió a la luz que quiso pagar menos a Hacienda a través de una pequeña empresa con la que ahorrarse impuestos. 

Por cierto, yo sí he leído una novelita de Maxim el breve, Una tienda en París. Fácil de leer, la típica novela corta, mona, parisina, del tipo de Nicolas Barreau; sencilla, sin mucha miga, amena. 

Y esta semana ya ha empezado a todo tren. ¡¡Qué vergüenza, qué calamidad, qué espanto!!. El cuñado del rey de España entre rejas por avaricioso, por jeta, por caradura. 
El Tribunal Supremo le ha condenado a cinco años y diez meses de cárcel por malversación, prevaricación, fraude, dos delitos fiscales y tráfico de influencias. Qué horror. 

Se ha dicho de todo: que dejó a su novia de toda la vida para comenzar una nueva con la infanta, que el rey emérito le comentó que su hija no debería vivir en un pisito del tres al cuarto, que Iñaqui pidió, al hoy rey, que le echara una mano, que Cristina está loca por él, que a los niños les han hecho el vacío en España y los han tratado fatal... A saber. 

Lo que sí es cierto es que esta mañana el ex duque y ex jugador de balonmano ha ingresado en la prisión de Brieva, Ávila. En fin: un horror. A la tentación, que está ahí, es fácil caer y muy difícil salir. 

Urdangarín ha pasado del palacete de Pedralbes a la cárcel de mujeres, donde hay un módulo de hombres recién reformado, allí también estuvo Luis Roldán. Dicen que tiene lavandería, cocina, biblioteca, instalaciones deportivas... y que va a estar él solito con su funcionario de prisiones, quien le ayudará, le contará las normas, la forma de vida, y observará si necesita algo y si está muy mal. 
Cuentan que al entrar le han dado el paquete común a todos los reos, con toalla, cepillo de dientes, sábanas, manta y almohada, cuchara, tenedor y cuchillo de plástico, y dos rollos de papel higiénico y pasta de dientes, que le debe durar un mes.

Pero lo que de verdad interesa es que devuelva la cantidad de millones de euros públicos que se embolsaron él y Diego Torres a costa del Instituto Nóos. ¿Lo harán? Porque la cárcel ya se la pagamos con los impuestos de los españoles. 

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