Dicen que todos los niños vienen con un pan debajo del brazo. Y más, si pertenecen a la saga de los Rivera o de las Preysler: desde que nacen ya están dando, y recibiendo, exclusivas. Eso sí, este bebé es para comérselo.
No hay cosa más difícil y agotadora, pero a la vez maravillosa y gratificante, que criar a un bebé. Te debates entre el amor y la alegría, el agotamiento y el llanto incontenible. Cosas de las hormonas y del estado en que una se encuentra.
Por eso me flipan las fotos de Ana Boyer y su recién estrenada familia. Ideales los tres, súper contentos, maravillosos; como cualquier pareja joven recién convertida en padres.
Con un niño recién nacido hay que sacar tiempo de donde sea para darte una ducha o descansar un rato, y si además tienes que buscar un conjuntinchis para toda la familia del mismo color, te vuelves loca. Y si en lugar de un conjuntinchis son tres, te mueres.
Tres modelitos para el padre, la madre y el bebé de color verde agua, otro celeste y otro blanco. Sí, tres al cubo. Y encima todos ideales y en unas fotos maravillosas, que parece que ellos siempre están así, vestidos del mismo tono, como si fuera algo de lo más natural y fácil. Es decir, que Verdasco abre el armario cualquier mañana y dice: "Hoy, celeste", y todos de azul. O le toma Ana la delantera y se decide por el verde agua, pues nada: todos de verde agua.
El truco es que Ana y su familia se han mudado a casa de la yaya Preysler, donde además cuentan con la ayuda de dos enfermeras salus para atender y cuidar a su pequeñín.
Así que mientras que Isabel Preysler se remanga y se pone en plan pablo iglesias a limpiar culetes y cacotas, Ana y Rafa a lo suyo: a buscar como locos ropita y conjuntos que coordinen y armonicen al padre, a la madre y al hijito. Porque la familia que se viste combinada...
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