Ledicia Costas es una autora gallega que se ha llevado en dos ocasiones el Premio Lazarillo, entre otros. Su última novela transcurre en su tierra, la califican de thriller psicológico. Y no esta nada mal.
Infamia engancha, tiene una narrativa ágil, es cercana, con unos personajes fuertes y una trama muy actual. Pero, sobre todo, es una crítica feroz. No deja títere con cabeza:
Critica a la Iglesia, a los curas pederastas y a sus cómplices.
Critica a los policías de pueblo, que se creen dueños y señores de todo, con poder por encima del resto de los mortales.
Critica a los universitarios que no discuten, que no razonan, que no se plantean lo que leen en sus libros ni lo que escuchan a sus profesores.
Critica las relaciones de pareja, esas en las que todo se va dejando para otro día, en las que da pereza cambiar, romper para empezar de cero.
Critica la forma de vivir de aquellos pueblos donde todo se sabe, todos se conocen, donde apenas hay intimidad, y a la vez todo se calla y se asume.
Hace una despiadada crítica a la forma de divertirse de los chicos, de beber para perder el control. Critica las pandillas, las manadas, donde uno es el líder y los demás le siguen, donde hay violencia y dolor.
Es la historia de una pandilla de cuatro chicos, liderada por un bruto que ideó una noche de diversión y se le fue completamente de las manos. Cómo un suceso puede destrozar la vida de cuatro chicos y cómo cada uno de ellos se enfrenta a su vida desde un pasado terrible.
Es la narración del dolor, de la muerte, de la culpa, de la tragedia y también, cómo no, de la esperanza. Porque el final deja una puerta abierta, no todo está acabado, siempre hay una luz, una oportunidad que se abre.
La vida de la protagonista, una joven profesora de Derecho Penal, es la excusa para contar todo esto.
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