Seguro que más de uno dice que se veía venir, que constantemente se venían oyendo rumores sobre las infidelidades de Íñigo Onieva. Pobre Tamara, es lo que tiene cuando uno lo cuenta todo.
Si algo tienen en común la viuda y la hija del marqués de Griñón, que en paz descanse, es que anunciaron su futura boda y a los pocos días, cataplás, se acabó. Ni boda ni nada.
Después de dar la exclusiva en El Hormiguero, contar a todo el que quisiera oírlo que se casaba con su novio empresario y hostelero; explicar con pelos y señales cómo Íñigo le pidió que pasara con él el resto de su vida, las velas, las palabras, el beso, el anillo... Lo contaba con tanta profundidad que a una le daba hasta vergüenza ajena y pudor escucharla.
Al poco de anunciar su compromiso en televisión y declararse amor eterno a través de las redes sociales, escribir parrafadas bochornosas sobre su enamoramiento, se publicó un vídeo en el que se ve el flamante novio besándose con otra chica, en el Festival Burning Man en Nevada, un festival que se alargó desde el 28 de agosto al 5 de septiembre.
Encima, el muy canalla le dice que a Tamara que ese vídeo era del año 2019. Peor todavía, porque ha tenido que acabar reconociendo su infidelidad, su mentira y su poca honestidad.
La marquesa ha roto, se ha ido a casa de su madre con sus perros y ha eliminado todas sus publicaciones sobre su compromiso. Íñigo ha publicado un comunicado pidiendo perdón por su falta de honestidad y su infidelidad a ella y a su familia y que no se publique nada más para no hacer más daño a Tamara. Menuda joyita. Si al final la marquesa ha tenido suerte. Que se imagine qué habría pasado si llegara a casarse con semejante tipo.
Pobre Tamara. El jueves le tocará dar la cara en El Hormiguero, pero como es una señora, seguro que no se ensañará con él. Ni falta que hace: él mismo se ha puesto en evidencia. Qué vergüenza.
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