lunes, 21 de julio de 2014

El chiringuito

Pasar unos días en la playa es fantástico. Caminas por la orilla, te das un chapuzón, lees un ratito, charlas, te pones al sol. Y los niños. mientras, jugando entre las olas o buscando cangrejos.



Si además un día como hoy te vas al chiringuito, inmejorable. Te sientas en una mesa a la sombra, con tu familia, todos de buen humor y con ganas de pasarlo bien. Tu cervecita bien fría, el pescadito fresco, una ensalada y como telón de fondo el mar, la brisa marina, los felices murmullos de la gente. La bomba.

De pronto, ¡horror!, miras a tu derecha y te encuentras una mesa igualita que la tuya, pero a su alrededor sólo ves abdómenes prominentes. Tripas, barrigas; sin camiseta, sin camisa, sin polo, sin una triste prenda que tape las carnes. Hala, genial, ya te han fastidiado la comida.

Que comas sobre manteles de papel tiene un pase: para eso estás en el chiringuito de la playa. Que tengas que esperar un buen rato para coger tu mesa, tiene otro pase: todo el mundo está igual que tú. Que la silla sea de plástico y se te peguen las piernas es lo que tiene el verano. Pero que algunos veraneantes se sienten a la mesa sin camiseta... eso es otra cosa. 

Las tripas, el pecho, los pelos, las caras sudadas... Y si encima levantan el brazo para llamar al camarero, el espectáculo es terrorífico. 

Por favor, una simple camisetilla, fea o bonita, combinada o no con el traje de baño. Resulta muchísimo más cómodo para el que la lleva: los que comen desnudos de cintura para arriba tienen un buen diámetro de tripa y todas las manchas van a parar allí: la cerveza, el aliño de la ensalada, la sal de las sardinas, los granos de la paella.... Qué espanto. Y encima se limpian con la servilleta en plena tripa. 

También es casualidad que esos mismos, los que comen desnudos, son los que  más gritan en la mesa, los que más beben y los que se tiran en el chiringuito toda la jornada. O sea, que si no te has topado con ellos en el aperitivo, lo harás en la comida y si no en el café de media tarde. 

Esos vendedores ambulantes, que se pasan el verano ofreciendo collares, bolsos, pelis piratas, por favor, que cambien su oferta por unas camisetas para el chiringuito de la playa. ¡Por favor!

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