lunes, 12 de enero de 2015

¿Literatura? colonial

Me refiero a esas novelas que se han puesto de moda. Historias dedicadas a las mujeres, que se desarrollan en las colonias antes del siglo XIX. Para mí, cero recomendables. 



¿Que por qué hablo de ellas? Para advertirte. Porque el otro día, en la papelería donde compro el periódico, una chica estaba buscando un libro, ¡¡y se iba a llevar En el país de la nube blanca!! 
No pude callarme y le propuse mil títulos, pero ella estaba empeñada: se lo habían recomendado. 
¡¡Horror!!, llegó otra señora y le dijo que era buenísimo y que se había leído toda la saga. O sea...

Pues sí. Yo también lo he leído, y enterito. Lo confieso. Pero no te lo recomiendo en absoluto. Y tienes dos más, que esos sí que los he obviado. 
Transcurre en Nueva Zelanda, en el siglo XIX. Dos chicas viajan hasta allí para comenzar sus nuevas vidas y matrimonios. Y allí vivirán mil y una penalidades. 


Y como este, muchos más, que confieso haberlos leído por curiosidad, para poder opinar y porque dicen que son, cuando menos, emocionantes. Pero ya, ni uno más. 


La isla de las mil fuentes, también de Sarah Lark, es otra novelita colonial que te lleva al Caribe, a una plantación de azúcar, donde te espera un marido mayor y desagradable, cuyo hijo es su antítesis. La mar de previsible.  




En La isla de las mariposas, de Corina Bomann, viajarás a una plantación de té en Ceilán. Una joven abogada se planta allí para descubrir el secreto de su familia y se encontrará con mil y una sorpresas sobre su tía y la relación de ésta con los nativos. 







El hilo de la costurera, de Dagmar Trodler, es algo mejor. Un barco lleno de presos viaja hasta Nueva Inglaterra. Una tejedora de ganchillo y su madre se encuentran entre las condenadas. Desde que ponen el pie en el barco, hasta que cierras la novela, no paran de sufrir.





El argumento es común en todas: una mujer bellísima se traslada a una de las colonias (presa, porque va a contraer matrimonio o porque desea empezar una nueva vida), y allí comienzan los maltratos físicos, los abusos, su deseo de escapar y sus dramas. Pero aparece un nativo espectacular, o un caballero de su país, educado y sofisticado, con quien acaba súper feliz.
Tú echas tus lagrimitas de felicidad y pispás. A por otro colonial. 

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