miércoles, 5 de octubre de 2016

Se casó el primer nieto de la duquesa de Alba

Septiembre es un buen mes para ir de boda: aún estás morena, así que puedes llevar escote y los brazos descubiertos; ya te has quitado los kilos de más de las vacaciones, y aún no tienes que abrigarte. Así es como la novia y sus invitadas se pueden lucir. Como en la boda de Luis Martínez de Irujo.



¡¡Tranquila!!, que ya sé que no es tan fácil: la duquesa de Alba era mucha duquesa, pero sus nietos y demás... no hay quién sepa quien es quien. 
Luis es el mayor de los nueve nietos de doña Cayetana, y el primogénito de Alfonso Martínez de Irujo, duque de Híjar (segundo hijo de la duquesa), y su ex mujer, María de Hohenlohe. ¿A que ya controlas más? 

Pues se casó en el espectacular, paradisíaco, maravilloso, grandioso y precioso palacio de Liria, en Madrid, y contó con la presencia de más de 500 invitados. Él es duque de Aliaga y ella, Adriana Marín Huarte, historiadora del Arte y bisnieta del constructor del Valle de los Caídos, para más señas. 
Es discreta, o eso parece, además de sonriente, con tipazo, resultona y sobre todo muy valiente: eligió un modelo de Teresa Helbig difícil. A mí me encanta, pero no me lo habría puesto ni loca. 
De algodón etoile, con sobrecapa de tul cuyas transparencias en brazos y espalda contrastaban con el escote cerrado y cuello camisero. Tenía detalles ideales: un broche de chorrera en el cuello y unos gemelos de flores de cera en los puños de las mangas de tul. La diadema que sujetaba el velo era de flores de cera (como las del puño) y de cuero rosa, y el velo, rosa talco, llevaba mariposas bordadas. El ramo, con alelíes, brunias, safaris y astilbe de color rosa pálido, blanco y nude. Ideal. 

Entre las invitadas destacó Sofía Palazuelo, que iba súper elegante. Te recuerdo que es la novia de Fernando Fitz James Stuart, hijo del ya duque de Alba y primo del novio. 








También destacó la novia de Cayetano, que la pobre casi no iba ni arreglada. Y llegó en el coche con su novio y los dos hijos de éste, con quienes seguro que lo habría pasado mucho mejor que con su pareja de 53 tacos.
Pero, a ver, ella sabrá... que nadie la ha obligado.

Me encantó la madre del novio con mantilla y guantes. Y Eugenia, como siempre, marcando estilo y a la última: con un vestido largo, de manga larga y con la espalda al aire. 
En fin, que debió ser una boda de lo más chuli: en el palacio de Liria, los casó el confesor de la duquesa, con violinista en directo durante la ceremonia, Dj hasta la madrugada y el cubierto de 120 euros. Pero, eso sí, echamos de menos a Alfonso. Pobrecillo. 

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