Flipo con el reportaje de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa. De primeras me quedé noqueada: esas fotos, esas declaraciones tan cursis, todo tan rosa, tan empalagoso... y ella tan estupenda; tan joven a sus 66 años, parece que descumple en lugar de cumplir. ¿Es real todo esto? Y si lo es, ¿por qué choca tanto la felicidad de esta pareja?
Con la inauguración de una nueva tienda de Porcelanosa en Bogotá, Isabel y Mario viajaron junto a la plana mayor de la empresa de alicatados y una enviada especial de ¡HOLA!. Allí se han dejado fotografiar, han hablado, han posado, se han maquillado, cambiado de ropa y, por supuesto, han anunciado una vez más que se siguen amando.
He leído el reportaje de cabo a rabo, te destaco lo que más me ha impresionado. Ante la pregunta: "¿Sigue Mario leyéndote sus manuscritos?". Ella contesta: "Sí, de vez en cuando, y la verdad es que me encanta". Y ¿por qué no los lee ella?, ¿acaso porque Mario entona mejor?
Más adelante dice: "Con Mario vivo la literatura de forma más profunda, más cercana, pero con Miguel también leía bastante. Le encantaba sentarse en un sofá a leer y yo, para estar a su lado, también lo hacía". O sea, que antes la pobre leía por obligación y ahora se lo lee Mario. Yo no me entero: ¿le gusta leer o no?

Lo que le maravilla de su Mario es que es muy humilde, solidario y curioso. Lo de la humildad nos consta, porque en un momento de la entrevista, él asegura: "Me encanta ir a trabajar... de príncipe consorte".

Lo que no puedes perderte bajo ningún concepto es cómo empieza el reportaje: "Mi amor, mira qué cosa más bonita he dicho... que cada viaje contigo es como una luna de miel", le dice coqueta mientras le acaricia el pelo. "¡Quien no te conozca que te compre, mi vida!", contesta él entre risas y arrebatado por su palabras, mientras le besa la mano que había colocado sobre sus mechones blancos. ¡¡¡¡No puedoooooooooooooooo!!!! ¡¡¡No puedoooooooo!!!

Pero calla, Isabel, calla. ¿Qué alturas ni alturas de la vida? ¡¡¡Si estás que pareces una niña, criatura!!!
La verdad, es que no puedoooooooo: tanto arrumaco, tanta caricia, tanta luna de miel, tanta felicidad... ¡¡¡uf, qué empacho!!!
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