lunes, 22 de mayo de 2017

Oda a la cursilada

Perdonadme, sobre todo, las afectadas. Pero, por favor, no puedo más. Qué empalague, qué empacho, qué pastelón. Lo digo por la reina Letizia en la primera comunión de su segunda hija y por Pippa, en su propia boda. 



Y pese a todo, me duele más lo de nuestra reina, porque el estilo british es mucho más cursi, más aniñado, más de colores pastelosos, más barroco, y de niños emperejilados. 

Porque, salvo excepciones, en España no somos cursis, ¿verdad? Pues mira. Mira qué abriguito se colocó nuestra reina para la primera comunión de Sofía, que por cierto qué mona y qué alta está.

Otra vez ha sido Felipe Varela el creador del conjunto aguamarina formado por el abrigo con guipur en las mangas, escote en pico y ¡¡¡¡¡¡botones forrados!!!!!!, sobre un vestido. Lo complementó con cartera y salones metalizados. El no va a más: menuda mezcla rara. Y en su melena, un moño bajo con un mogollón de trenzas o de churritos. 
Podría haber elegido algo más actual, elegante y favorecedor, pero sobre todo algo más juvenil.




Lo de Pippa al fin y al cabo es que es lo suyo. La realeza inglesa es así, y tiene su gracia. Hasta el flamante novio, James Matthews, llevaba  una flor en la solapa del chaqué. Bueno, mejor dicho, un ramillete. 

Pippa eligió el más no se puede. Un vestido romántico donde los haya, obra del diseñador británico Giles Deacon. De guipur, salpicado con perlitas, con cuello alto, escote corazón en la espalda, manga casquillo, cuerpo ajustado, cintura de avispa y falda con vuelo y una laaaaaaaaarga cola. El velo, de tul con perlas en degradé y una diadema de flores. Eso sí, sus zapatos y los del cortejo, firmados por Manolo Blahnik.  
Al menos se recogió la melena, porque podría haber sido peor: una novia con el pelo largo y suelo sí que es pelín cursi, la verdad. 
Y su hermana, como siempre, ideal. Con un vestido de Alexander McQueen y tocado de Jane Taylor. De color nude, con falda vaporosa, mangas largas fruncidas, corte a la cintura y escote en pico. 


Le quedaba genial, y eso que era un largo difícil para una falda vaporosa. 





Lo más cursilito de todo: el cortejo, todo de seda. Los niños con bombachos verdes y camisas beige con botones forrados, y las niñas combinaban beige y rosa. Muy monos, pero ¡¡tan cursis!! Aunque si fuera de otra manera no estaríamos hablando de una boda inglesa, que además se celebró en una pequeña iglesia, San Marcos, en Englefield, muy cerca del pedazo de casa de los Middleton, donde se celebró la fiesta posterior. 

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