lunes, 17 de julio de 2017

‘Tres días y una vida’, muy duro

Cada uno es dueño de sus propios actos. Pero si eres un niño de 12 años y sin querer te conviertes en el protagonista de un crimen, ¿qué haces?, ¿qué será de tu vida?, ¿y de tu familia? ¿Serás capaz de afrontarlo con valentía o vivirás con eso toda tu vida? Terrible. 





Un instante puede destrozar la vida de cualquiera, y más de un niño de 12 años. De eso va este libro de Pierre Lemaitre. 
Es tan duro, tan fuerte, tan terrible y tan espantoso que al poco de comenzar a leerlo y verte envuelto en semejante horror sólo quieres avanzar y avanzar, leer y leer para llegar al final y descubrir qué es del niño, de su madre divorciada, de la vida de ambos... Es terrible. 
Pierre Lemaitre se supera en cada libro.

Se trata simplemente de un retrato cruel y crudo de cómo un pequeño instante de ira, de ceguera, de enfado, de irascibilidad te puede destrozar la vida completamente. A partir de ese instante ya nada será como podría haber sido. Ni el amor, la amistad, las relaciones personales, los estudios, la carrera profesional... Nada. La vida sigue, logrará avanzar, pero está todo sumido en la más profunda negrura. 

El preadolescente continuará viviendo con esa culpa, sin descansar, sin dormir, sin disfrutar, sin conocer la paz, la tranquilidad de conciencia ni la libertad. 

Es un libro contradictorio: describe la psique de un asesino inocente, y te preguntas ¿se puede ser un asesino inocente? Te pones de su lado, además, deseas que todo le vaya bien. 

Pierre Lemaitre es un autor bestial, duro, fuerte, seco y crudo. Sus historias hablan de muerte, de asesinatos, de momentos duros, fríos y terribles, y se enfrenta a ellos tranquilamente para dejarte sin aliento: la mayor parte del libro aguantas la respiración, estás alucinando, porque con esta novela percibes sentimientos y emociones distintas: monstruosidad, pena y mucha desgracia.

Ahora, que ya sé cómo evoluciona el asunto, lo volvería a leer. Así, con el alma menos encogida, podría recrearme en la lectura y disfrutar de los giros, de las descripciones, de cómo retrata al niño, cómo crece, cómo pasa de la preadolescencia a la madurez, cómo afronta la vida que se ha convertido en un fracaso total. 

Porque en la vida siempre pagas; es el resultado de tus actos, buenos o malos. Eso viene a decirte Pierre Lemaitre: hagas lo que hagas, la vida te lo cobra de una manera o de otra. 

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