Cuentan que la última moda entre los chicos son las peleas de gallos. Pero, ¡hija!, no seas antigua; se trata de una confrontación verbal entre dos jóvenes a través del rap.
Montones de chicos reunidos en un parque creando un círculo en torno a dos jóvenes que se enfrentan sólo a través de la palabra rimada.
Eso es una pelea de gallos, y dicen que se trata un movimiento urbano que no para de crecer.
Para muchos, una macarrada, pero hay numerosísimos defensores. Tanto, que se va a celebrar la competición mundial en el Wizink Center de Madrid el 30 de noviembre, y las entradas se agotaron en sólo 24 horas.
En realidad se trata de una confrontación verbal, improvisada, en la que sólo se permite la rima.
¿Lo bueno? Que es verso; gramática, lenguaje, palabras, comunicación... O sea una competición verbal en la que no está permitido, en absoluto, el contacto físico. Es más de cabeza, de cerebro, de rapidez de palabra.
¿Lo malo? Que están permitidas todos los vocablos, insultos y palabrotas; que los que se enfrentan se pueden decir de todo. ¡Imagínate!
Le llaman freestyle. Ya ha llegado a convertirse en un deporte y las grandes competiciones cuentan con patrocinadores como Red Bull, Pumas o Adidas. Su fundador Pedro Henrique Gómes explica que a cada batalla le preceden horas y horas de preparación, con psicólogo y todo, para controlar el estrés, el cerebro y los nervios.
Además, ¡y esto es lo mejor!, quien participe tiene que haber leído muchos libros de poesía, así como de historia, y estar muy bien informado acerca de la política, la música, la cultura, la sociedad y la economía de nuestro tiempo.
Así que ya sabes: detrás de esas gorras puestas al revés, de esas formas de moverse y de esa música que suena tan monótona, y del rap tan denostado, hay toda una cultura.
... O eso dicen los fanáticos de las peleas de gallos.
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