Para su debut en Barcelona la princesa Leonor eligió el rojo, llevó la melena larga y ligeramente ondulada y demostró que maneja perfectamente el catalán. Sonriente, relajada, sana y salva.
Dicen que Barcelona se había blindado para la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Gerona, aunque a unos metros del Palacio de Congresos había muchos que se manifestaban contra el Rey e impedían el acceso a empresarios, políticos e invitados.
Una vergüenza en una ceremonia en la que se hace entrega de galardones a personas que destacan por su juventud y por la aportación de sus conocimientos a una sociedad más justa y solidaria. Uno de ellos, además, acudió con un lazo amarillo en su solapa.
Haciendo alarde de compromiso la familia real viajó al corazón de los conflictos radicales y dejó que la heredera ejerciera su papel protagonista justo en estas fechas de caos, violencia y radicalismos.
Este año los cinco premiados vivieron en directo el debut de la princesa en esta tierra y fueron testigos de que se maneja perfectamente con el catalán, y con el árabe. Tuvo un detalle con la premiada árabe-israelí Maria Jammal, a quien felicitó en su lengua por su trabajo como cofundadora y directora ejecutiva de Humanity Crew, organización que aporta soluciones a los problemas de salud mental de los refugiados.
Y seguro que lo hizo de maravilla: la aplaudieron, incluso antes de que terminara. Ella, con falda y chaqueta de tweed y la melena suelta, otra vez, sonreía y miraba a su padre buscando su aprobación. Desde su sitio, su madre, vestida por Pertegaz con un esmoquin con plumas y pedrería, la miraba entusiasmada, igual que su hermana, a quien vistieron de blanco.
Sólo una pregunta, por curiosidad: ¿por qué decimos Premios Princesa de Girona? O se dice Premios Princesa de Gerona o Premis Princesa de Girona. No hay por qué mezclar dos idiomas. No decimos London, ni Stockholm, ni København ni Moskva, sino Londres, Estocolmo, Copenhaque o Moscú. Pues igual debería ser con Girona y Lleida. Vamos, digo yo.
Dicen que Barcelona se había blindado para la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Gerona, aunque a unos metros del Palacio de Congresos había muchos que se manifestaban contra el Rey e impedían el acceso a empresarios, políticos e invitados.
Una vergüenza en una ceremonia en la que se hace entrega de galardones a personas que destacan por su juventud y por la aportación de sus conocimientos a una sociedad más justa y solidaria. Uno de ellos, además, acudió con un lazo amarillo en su solapa.
Haciendo alarde de compromiso la familia real viajó al corazón de los conflictos radicales y dejó que la heredera ejerciera su papel protagonista justo en estas fechas de caos, violencia y radicalismos.
Este año los cinco premiados vivieron en directo el debut de la princesa en esta tierra y fueron testigos de que se maneja perfectamente con el catalán, y con el árabe. Tuvo un detalle con la premiada árabe-israelí Maria Jammal, a quien felicitó en su lengua por su trabajo como cofundadora y directora ejecutiva de Humanity Crew, organización que aporta soluciones a los problemas de salud mental de los refugiados.
Y seguro que lo hizo de maravilla: la aplaudieron, incluso antes de que terminara. Ella, con falda y chaqueta de tweed y la melena suelta, otra vez, sonreía y miraba a su padre buscando su aprobación. Desde su sitio, su madre, vestida por Pertegaz con un esmoquin con plumas y pedrería, la miraba entusiasmada, igual que su hermana, a quien vistieron de blanco.
Sólo una pregunta, por curiosidad: ¿por qué decimos Premios Princesa de Girona? O se dice Premios Princesa de Gerona o Premis Princesa de Girona. No hay por qué mezclar dos idiomas. No decimos London, ni Stockholm, ni København ni Moskva, sino Londres, Estocolmo, Copenhaque o Moscú. Pues igual debería ser con Girona y Lleida. Vamos, digo yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario