¿Cuántas veces al día te llaman cariño, guapa, o cielo? Lo que hasta hace poco se limitaba a un apelativo íntimo, cercano y privado ha venido a sustituir al señora, joven o usted de antes.
Hoy me ha venido a la cabeza la anécdota que me contó una amiga: en su profesión alguien la llamó de tú, y ella le preguntó, con toda la educación del mundo, que cuándo se habían tomado café juntos.
Y me ha venido a la cabeza por lo cariñosa y hasta empalagosa que se ha vuelto la gente en general, pero sobre todo el personal que trabaja de cara al público. Y me extraña, porque el público cada vez somos más seco y antipático.
No me ha ocurrido en la peluquería, ni en un centro de belleza, de masajes, spá, uñas o de cuidado personal (lugares donde, si cabe, se prestan más al tono cercano), ni tampoco en una tienda de moda o de zapatos. Ha sido en el súper del barrio, ni más ni menos que en la pescadería.
Llevarte a casa unas doradas de ración se ha vuelto de lo más empalagoso, cursi y hasta grimoso. El pescadero trata a sus clientes con una amabilidad exagerada: lo que hace poco era joven, señora o simplemente usted ahora se ha convertido en cariño, cielo, guapa, cariño otra vez, otra vez y otra vez.
De verdad que me supera, agradezco enormemente la amabilidad, el buen trato, la simpatía y cercanía de las tiendas del barrio, también es de agradecer que te limpien el pescado con esmero, le quiten la espina, lo dejan abierto como un libro o en dos lomitos para hacer a la plancha o al horno y lo sirvas con más facilidad a los niños, que te limpien los calamares con paciencia y hasta les den la vuelta, y los boquerones, que te los dejen como los chorros del oro. Se agradece. Y también que el personal sea amable y trabaje con simpatía y alegría: anima a comer más pescado, pero de ahí a que te llamen guapa, cariño, cielo, cariño, cariño y cariño hay un abismo.
Y no acaba ahí la cosa: las cajeras, que son encantadoras, también te califican de cielo y de cariño. Así que sales del súper con ganas de tomarte un café con todos los empleados para que al menos pueden llamarte así sin que te pese.
Un café, cariño.
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