Félix González Modroño hace un paralelismo entre su amor por Bilbao y el de Alfredo por Izarbe, cuyos ojos poseen el mismo color que el de la ciudad vasca.
Una historia de amor, con un asesinato, un misterio por resolver, muchos sentimientos y con una gran protagonista: Bilbao.
Con la excusa de contar el amor imposible entre Alfredo e Izarbe, Félix G. Modroño describe en estas páginas la transformación de Bilbao desde finales del XIX al XX y, en paralelo, describe la evolución del amor de Alfredo por Izarbe a lo largo de su vida; los sentimientos de un adolescente dan paso al amor maduro de un hombre, que sufre por la imposibilidad de dar rienda suelta a estos sentimientos.
A través de los ojos de Alfredo, que abandonó Bilbao para estudiar y más tarde para ejercer de arquitecto en París, describe la modernización de la ciudad, sus calles, barrios, edificios, iglesias, restaurantes, tiendas, del casino, y de sus habitantes y costumbres.
Cuenta los inicios de los sentimientos nacionalistas así como del feminismo y cuenta el drama de las mujeres humildes y las dificultades para abrirse paso en la vida en pleno siglo XIX. Junto a los personajes que sustentan la historia, asoman en las páginas Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Paco Durrio, Indalecio Prieto o Picasso y la convierten en una novela amena y entretenida.
En La ciudad de los ojos grises encuentras flashbacks, misterios familiares y crímenes; descripciones de rincones, calles, edificios, también hay sitio para la gastronomía vasca. La historia se completa con las reflexiones del protagonista, que toca temas como el amor y la infidelidad, las relaciones entre padre e hijo, entre madre e hijo, entre hermanos que son rivales y entre amigos de toda la vida.
Y siempre con Bilbao de fondo.
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