Parece que le gusta ser el novio en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Y en este caso se homenajea a sí mismo en el acto en memoria de Almudena Grandes.
Si yo hubiera sido una gran escritora, con un puñado de buenos libros, si hubiera fallecido y un año después de mi muerte me hubieran hecho un homenaje, con retrato incluido para colocarme en el Ateneo de Madrid, estaría muy contenta. Feliz y satisfecha porque el trabajo realizado durante toda la vida habría dado sus frutos y logrado su reconocimiento.
Sin embargo, me revolvería en mi tumba si ese acto lo hubiera organizado un partido político, en lugar de personalidades del mundo de la cultura, de las letras, de académicos, lectores o compañeros. Y más aún si a ese homenaje acudiera Pedro Sánchez, se sentara en primera fila junto a mis familiares y aprovechara la ocasión para hablar de sí mismo y lanzarse flores porque, como él dijo en ese momento: ˝Una de las cosas por las que pasaré a la historia es por haber exhumado al dictador del Valle de los Caídos˝.
Una de las cosas, dice, como si fuera a pasar a la historia por más. Bueno, tal vez cree que lo hará por pactar con quienes dijo que no pactaría jamás; por faltar a su palabra. Eso lo han hecho ya muchos, muchísimos, políticos, pero ninguno en tal grado.
En fin, que sería mucho mejor que la política, y sobre todo sus representantes, no se mezclaran con la cultura para evitar colorear la obra de cualquier creador. Aunque hay muchos creadores a los que les gusta posicionarse abiertamente en política.
Y es que cada cual es cada cual.
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