Lo de Piqué es una vergüenza. Y lo de Rubiales. Encarnan todos los valores opuestos al deporte. Qué pésimo ejemplo y en qué mal lugar dejan el mundo del fútbol.
Tiene un aire de chulo insoportable. Se ha portado fatal con Shakira, ha intentado hacer –y ha hecho– negocios sucios a través del futbol, llevándose comisiones millonarias, hablando con unos y con otros, moviendo hilos. Ahora abandona su equipo, pero dice que volverá. ¡Lo que faltaba!
Ahora la Intervención General del Estado para Anticorrupción está investigando toda la trama de la empresa del exfutbolista, Kosmos, y la Real Federación Española de Fútbol para conseguir que la Supercopa de España se juegue en Arabia Saudí a cambio de comisiones millonarias para el futbolista barcelonés.
Parece que Rubiales, el presidente de la Federación, había negado la relación de Piqué con todo esto, pero se ha descubierto el contrato que ambos firmaron para que el futbolista cobrara las comisiones por parte del operador comercial de deportes de Arabia Saudí.
Es, cuando menos, una vergüenza, un asco, una deshonestidad y todo lo que se pueda decir. Más que deportista parece un mafioso, más que fútbol parecen negocios personales. No se entiende cómo Piqué sigue con esa pose chulesca.
Menos mal que sus hijos se van a Miami con su madre. Así estarán lejos del escándalo.
Pobrecillos.
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