¡Horror! Se me ha roto el ebook. Si, mi querido libro electrónico, que lo llevaba conmigo a todos lados, con el que pasaba ratos increíbles, ha dejado de funcionar. Y sólo tenía cinco meses de nada.
Hace unos días cogí mi libro y ¡espanto! No se movía nada, las teclas no respondían, no se apagaba, no se encendía y la pantalla estaba como muerta. No podía creerlo. Pensé que era la batería y lo dejé toda la noche cargando, sin tocarlo ni mirarlo más, tranquilito. Seguro que al día siguiente estaría como nuevo.
No. Estaba igual. Me fui a los grandes almacenes por excelencia de España. Llevaba el ticket de compra que me habían dejado los Reyes Magos y la garantía, por supuesto. Iba feliz, con la esperanza de que me lo arreglaran y continuar con El valle del asombro, o dejarlo de una vez (no me está gustando mucho, y tengo tantos libros nuevos guardados en Colecciones, que no sé si merece la pena seguir).
Cuál fue mi sorpresa cuando el dependiente de la sección de Informática me dijo que la pantalla se había roto internamente (...) y que eso no lo cubre la garantía. Que se me había caído al suelo y empezó a señalar pequeños golpes en las esquinas del ebook.
Por supuesto. ¿Existe alguien a quien no se le caigan las cosas al suelo? Meriendas, mochilas, llaves del coche, abrigos y ¡zas! se te cae el ebook. Sí, se te cae porque no lo quieres meter en el bolso, para evitar que se arañe con las llaves, se te moje con una toallita húmeda, se llene de nocilla del bocadillo del niño o se salga el brillo de labios.
Lo de la garantía es como lo de los seguros del hogar. Siempre que recurres a ellos, justo en ese caso, pero sólo en ese en particular, justo en ese no te cubre el arreglo.
En fin, Reyes Magos, que os lo agradezco infinito, que me encantó vuestro regalo. Tanto, que me lo voy a comprar igualito, porque me había bajado muchísimos libros y estaba feliz con mi ebook rojo.
Eso sí, te aseguro que no se me cae más, cueste lo que cueste.
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