miércoles, 5 de noviembre de 2014

Nicolas Barreau: novelas romanticonas, amenas y cortitas


París. Sus mil y un rincones para enamorados y enamorarse. Bistrots románticos, librerías, salas de cine, galerías de arte, cafés. Sus calles, plazas, puentes y el Sena. 
Un hombre que queda perdidamente enamorado de una muchacha dulce. Enredos. Amor sin sufrimientos ni dramas. Sin crímenes, ni llantos. Novelas sin grandes ambiciones que se leen de dos sentadas. 
Las novelas románticas de Nicolas Barreau resultan amables y amenas: nada de novela negra, nada de historia, nada de mafias ni de dramas. Son sencillas y monas.


La sonrisa de las  mujeres para mí es la mejor. Una chica, dueña de un bistrot, se enamora platónicamente de un escritor cuyo libro le ha salvado la vida, y le escribe. Así comienza una relación epistolar. Ella quiere conocerlo como sea, pero por mucho que lo intenta no logra dar con él, sólo con su editor. 





El protagonista de Me encontrarás en el fin del mundo es el prototipo de donjuán, un hombre elegante, atractivo, frívolo... que recibe una carta de amor por correo electrónico y queda fascinado. Comienza una relación por email y los desvelos de él por descubrir a su enamorada. 





El director de una sala de cine nada convencional se enamora de una joven que acude cada miércoles a su sala. Un día pasean y cenan juntos y él espera volver a verla. Pero no vuelve ese miércoles, tampoco el siguiente,  ni el otro... De eso va Atardecer en París. 







La mujer de mi vida es la última y la más floja. El dueño de una librería se enamora de una mujer a la que encuentra en un café y con la que no cruza ni una palabra. Ella deja caer su tarjeta con su teléfono, pero el último dígito se borra. La novela narra su sinvivir: llama a todas las combinaciones posibles, pero no da con ella, así que emprende su búsqueda por París. 

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