¡¡Por favor!!! ¡¡El cocinero de Zarzuela!!: que le ponga más de comer a nuestra Reina. No digo que se harte, (aunque no le vendría mal), sólo que cubra un poco los huesos con algo de carne.
Y si no quiere, si es imposible que doña Letizia engorde, ¡¡¡Felipe Varela, por favor!!!: no le diseñe escotes palabra de honor. Busque algo más favorecedor.
Es que da no sé qué ver esa espalda y esos brazos, ese escote y esos hombros de pico, con los huesos disparados hacia arriba. Cero femineidad; no irradia dulzura ni inspira ternura. Su imagen es más bien dura, seria y seca.
Y menos mal que tiene rellenas la cara y algunas curvas de su anatomía. Imagínate cómo sería su rostro: todo pómulos; un puro hueso. Y tampoco tendría pecho, ¿cómo va a tener semejantes curvas si el resto del cuerpo es un hueso? Imposible.
Al fin y al cabo, la delgadez (sin ser extrema) es sinónimo de salud y belleza: la ropa te sienta mucho mejor y estás más cómoda. Pero la Reina está en los huesos literales. Vamos, que si no supiéramos que es ella más de uno pensaría que no tiene qué llevarse a la boca o que no quiere comer.
Por fin ha decidido cambiar de peinado por un corte chic y súper femenino, pero mira el vestido: ¡¡menuda elección!! no se ve más que huesos.
Así apareció en el Casino de Madrid para entregar los premios Woman, del Grupo Zeta, a la voluptuosa actriz Salma Hayek, a la directora de orquesta Inma Shara y a la endocrina María Neira.
¡¡Oye!!, lo mismo entre bambalinas, la endocrina y Letizia tuvieron una charla y quedaron para comprobar que el metabolismo y la nutrición de la Reina son los adecuados.
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