miércoles, 16 de septiembre de 2015

Preysler y Vargas Llosa. Ella tan joven, él tan natural

Si me callo reviento. Y como no quiero reventar, lo digo. No puedo, no puedo más con Vargas Llosa y su novia. 
¿A que alucinas?, ¿a que no sabes de quién hablo?, ¿a que lo entenderías si dijera con la Preysler y su novio nuevo?






Y es que ahora Mario Vargas Llosa es conocido por ser el caballero andante de Isabelita Preysler. Pues, oye, qué bien: a lo mejor a más de uno les pica la curiosidad y se leen alguna de sus obras para saber quién es el novio de la filipina. 

Otra cosa que no puedo callarme. 
A ver: ¿por qué para la fiesta de Porcelanosa la Preysler se retocó una vez más? (o no sé qué se ha hecho en la nariz, pero algo se ha hecho: la tiene como más redondeada), mientras el pobre Mario aparece tal y como tiene que estar un hombre a las puertas de sus 80 primaveras. 
¿Por qué ella parece de la edad de su Tamarita y se luce cual diva espectacular al lado Mario, quien se presenta con todas y cada una de las huellas de sus 79 años? 
(En cambio, el viudo de la duquesa de Alba parece mucho más joven, como que se haya quitado alguna de las huellas de sus 64 años). 










Oye, que yo me quito el sombrero ante el escritor peruano, pero una vez que entra en este juego, en esta hoguera de vanidades de la mano de la filipina, ya no sé a qué atenerme. 
Que me parece genial que Mario apoye a una empresa española que ha llegado al mejor sitio de Nueva York, y que colabore con la compañía hasta el punto de hacer un discurso en la inauguración de la tienda en la Gran Manzana. 
Lo que no entiendo muy bien es qué pinta un hombre letrado y de letras, un as de la cultura latinoamerica, fotografiado con Richard Gere. Y es más, ¿qué pinta, cómo se sentiría en la sesión de fotos con Irina Shayk, con Sarah Jessica Parker, Nieves Álvarez, Cayetano Rivera, Finito de Córdoba,  y sobre todo con ¡¡¡¡¡¡Nuria González!!!, la de Fefé? Yo es que me parto. 
Pero, vamos, que genial, sí: se acerca la cultura al resto de los mortales, a todos los que nos morimos por llevar un vestido cuajado de swaroskis o unos manolos, o asistir a una fiesta con lo más granado del universo, incluido un premio nobel. 
¡¡Así se hace!! Gracias a todos los que han colaborado en esta fiesta. 

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