martes, 1 de marzo de 2016

'Un millón de gotas' no convence nada

¿Qué has leído de Víctor del Árbol? ¿La víspera de todo, que es el último, La tristeza del samurái, o Un millón de gotas? Entre todos lo que tenía de este autor me decanté por Un millón de gotas. Y ¡¡qué mala suerte!!: ya lo he dejado, he decidido abandonar cuando he llegado (a duras penas) a la mitad. 




Me lo recomendaron, me aseguraron que era bueno. Leí muchísimas críticas que ponían a las novelas de Víctor del Árbol por las nubes, como mucho más que interesantes, con buena prosa, y buena historia; muy recomendables. 
Quizá se tratase de los demás libros, pero este no me ha llegado en absoluto. 

Se trata de la típica novela que te cuenta en paralelo dos historias: la del padre, que transcurre en Rusia, y la del hijo, en Barcelona. 
El padre es hombre de armas tomar, comunista convencido, que viaja hasta la Rusia stalinista para prestar sus servicios como ingeniero. Allí, además de hacerse grandes amigos y enamorarse, acaba en la isla de Nazino, como un delator más, donde los mencheviques le hacen mucho más que sufrir. Y logra salir con vida, pero eso sí, perdiendo casi todo: amigos, amor, los mejores años de su vida, sus ideales y hasta algunos valores morales, y vuelve a España dispuesto a rehacer su vida. 
 
El hijo es un pobre hombre, casado con una ricachona y controlado por su suegro. Su hijo mayor no es suyo; es el fruto de la traición de su mujer, su bufete de abogados no marcha, su suegro le maneja como quiere y él se siente incapaz de rebelarse... Hasta que muere su hermana y decide investigar esta muerte, que le lleva a profundizar en la vida y la muerte de su padre, de la mujer a la que amó en Rusia, la vida de su madre, la de su suegro... y ¡¡cosas del destino!!, acaba enamorándose de la nieta de la mujer rusa que volvió loco a su padre. 

No sé cómo acaba, pero no he podido aguantar más. No me ha enganchado nada. Los capítulos que transcurren en Rusia no me parecen nada creíbles, ni siquiera los episodios de canibalismo. No me pone la carne de gallina, no resultan espeluznantes. Ni los maltratos, ni las agonías... Le falta algo. 
Y Gonzalo, el hijo, es tan pusilánime, que no te toca la fibra sensible. Incluso cuando decide abandonar lo que ha sido hasta el momento su vida me sigue pareciendo un flojo. Le falta decisión, carácter, le faltan aires de héroe. Tampoco me resulta un personaje creíble. 
El principio del libro promete. Parece que estás antes una novela negrísima, espeluznante. La muerte de un niño, la locura de una madre... pero no cuaja, no logra mantener el interés. 
Probaré, quizá, con otra novela de Del Árbol más adelante, porque la crítica las pone como muy buenas. 

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