Ya nadie se viste sin mirar la previsión meteorológica, resulta raro hacer el equipaje sin consultar la app del tiempo y más raro aún preparar el traje para un día señalado sin hacer caso a la información de esta aplicación. Pero, vamos, que está claro que la Reina no la mira.

Todos los españoles sabíamos que iba a ser un puente veraniego; la ocupación en la costa estaba a tope y la gente aún se vestía de hilo, lino y se calzaba sandalias. De hecho, el jueves 12 de octubre en Madrid lució un sol de justicia desde el alba, y el mercurio superó con creces los 20 grados centígrados.
Sin embargo, nuestra Reina apareció vestida de contundente cheviot al desfile de las Fuerzas Armadas.

Iba sumamente estricta, me recordaba un poco a las institutrices alemanas, tipo Sonrisas y lágrimas. Dicen que encima tenía un tobillo hinchado, y la pequeña de la Casa con la muñeca derecha vendada. Madre mía...


También cuentan que mientras llegaba en el Rolls, con una mano saludaba y con la otra utilizaba el móvil.
¿Estaría comentando con Varela el calor al que la había sometido? Es lo que tiene ser reina. La mayoría de las mortales llevábamos vaqueros con sandalias, eso sí, estábamos al mogollón para ver desfilar a nuestras Fuerzas Armadas
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